Por la boca… Artur Mas gana batallas

Claro está que Artur Mas no las gana todas, pero no es menos evidente que ya ha ganado algunas, aparte de la de las urnas cuya victoria le concede la encuesta del CIS.

La batalla de la unidad, la batalla de la semántica y la batalla del ‘día después’, son tres victorias que, al menos de momento, nadie puede discutir al presidente de la Generalitat. Y con esas tres banderas llegará al día 27.

Con las discusiones de todos conocidas, con la ruptura de Unió, con el número cuatro en las listas y con todo lo que se quiera añadir, los independentistas llegan a las elecciones con una sola voz, un solo mensaje y unidad indiscutible de cara al electorado. Los catalanes que estén por la separación de España, saben muy bien a quién dar su voto.

Por el contrario, los que estén por una Cataluña española, no tienen tan clara la dirección de sus sufragios. Ciudadanos, Partido Socialista y Partido Popular van cada uno por su lado, sus mensajes no cuadran y además, no se salen del plan que tiene la vista puesta en las elecciones generales.

Se quiera o no, dentro de la ley o fuera de ella, el día 27 es contemplado por todos en clave de referéndum. Mas ha ganado, de calle, la batalla de las palabras. Nadie en sus campañas habla de los problemas de Cataluña o de las necesidades de los catalanes; nadie presenta un programa electoral ni unos planes de futuro en función de carencias, de mejoras o de resolución de problemas concretos. Todos, incluidos los que abogan por que Cataluña siga siendo una autonomía española, se dirigen a una ciudadanía en clave de defensa o ataque del sí o del no.

Y lo que es más grave, el día 28, aún con la resaca electoral, nadie analizará resultados pensando en la composición del parlamento catalán o en los candidatos a presidir la autonomía, los análisis se harán en función de si ha ganado una u otra opción y si hay posibilidades, o no las hay, de proclamar o no proclamar la independencia.

La política de hechos consumados que Artur Mas ha venido practicando frente a la inacción de quienes tenían que haber cortado antes esa política, es evidente que, por muy ilegal que sea, le está permitiendo ganar algunas batallas.

 
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