Por la boca… Y de Europa ¿qué?

Al parecer es lo que hay. Ni el debate, ni los mítines, ni siquiera la situación real del país han servido para que los políticos, en plena vorágine de campaña, digan algo medianamente coherente y que, al menos de lejos, tenga algo que ver con Europa.

 De momento, el meollo de la campaña está en el machismo o no machismo de Arias Cañete. Que el candidato del Partido Popular metió la pata, y la metió a fondo, está fuera de toda duda, pero resulta chocante y hasta penoso que, con todos los problemas que tenemos aquí y en Europa, el debate se centre en semejante metedura de pata.

Ya han comenzado a actuar las plañideras que se lamentan por la posibilidad de una alta abstención. Estará bien o estará mal, pero Europa no despierta demasiado entusiasmo entre los españoles y mucha culpa la tienen los políticos que, en vez de explicarnos para qué nos sirve el Parlamento que vamos a elegir o la Comisión que saldrá de él, se dedican a lo del machismo.

En resumidas cuentas la abstención, guste más o guste menos, supone un no a los políticos y una indiferencia clara ante Europa. Otra cosa es que a los políticos les moleste esa indiferencia o que a los grandes partidos les asuste la repercusión que pueda tener de cara al recuento de votos y a la asignación de escaños.

Si así fuera, nunca estará mejor empleado aquello de que ‘en el pecado llevan la penitencia’. Porque nuestros políticos –los habituales, no los de la campaña electoral- pecan mucho y, a la vista de lo que se lucran y de cómo viven, concretamente los parlamentarios europeos, no hacen demasiada penitencia.

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Ninguno de los dos grandes partidos pierde de vista las elecciones generales ni, fundamentalmente el Partido Socialista, la situación interna. Concretamente Alfredo Pérez Rubalcaba se juega mucho el domingo próximo y hay presuntos candidatos que, con mayor o menor dosis de pudor, ya están que se les hace la boca agua.