Por la boca… Evidencias

Ahora están muy de moda las evidencias. Como todos son demandas, juicios, presunciones y hasta presuntas falsedades, todos piden evidencias y mientras no haya evidencias, a esperar. Incluso algunos, casos de Artur Mas o de José Blanco, piensan que esas evidencias nunca se van a encontrar sencillamente porque no existen.

Pero hay otro tipo de evidencias que son muy de los fines de semana y sus alrededores, que es cuando los políticos se quitan la corbata (ahora la moda es la chaqueta sin corbata, salvo Tomás Gómez) y parece que con la corbata pierden el sentido del ridículo y, o dicen vaciedades o directamente obviedades tontas que para todo el mundo son evidentes.

Escuchar al –saliente o saliendo- presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, afirmar rotundo que el mencionado Tribunal es independiente y que en absoluto está sometido a presiones políticas, es una evidencia clara de que el señor Sala o no sabe lo que dice o se cree que somos nosotros los que no lo sabemos.

Escuchar al juez Elpidio Silva afirmar ante los informadores que a Manuel Blesa le pueden caer ‘más de 4 años’ y decirlo en plena instrucción del sumario y tras excarcelación va y fianza viene, es una evidencia clara de que el juez ha perdido el sentido de su toga y más si después se descuelga diciendo que se siente presionado y que no se respeta su independencia.

Escuchar por enésima vez a Mariano Rajoy decir lo de que ve una luz (uno ya piensa en un milagro o en algo sobrenatural) y que tiene que hacer justamente lo contrario de lo que quiere hacer –además del hartazgo consiguiente- es una evidencia y suena a campaña de optimismo visceral y ya se sabe que de optimismo estaba lleno el Gobierno anterior.

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Escuchar a Pérez Rubalcaba la metáfora de la selección de fútbol y la unión entre Iniesta y Sergio Ramos, para justificar –se supone que ante sus bases- el ir de la mano de Rajoy a Europa, es una clara evidencia de que el líder socialista está buscando un lugar a la sombra antes de que comiencen las hostilidades primarias en su partido, incluido el abrazo de Tomás Gómez.

Son todo evidencias ‘tan evidentes’ de lo que pasa y de lo que unos y otros hacen para buscarse la vida política -y que se ven venir tan de lejos- que lo más evidente es el cansancio que producen en los ciudadanos y que, a juzgar por la credibilidad y el respeto que merecen los políticos y los jueces, no parece que estén produciendo demasiados frutos.

Porque todo está muy visto. Que Rubalcaba diga eso de que ‘Madrid es el laboratorio de todas las derechas, que llevan 25 años gobernando en la capital’ o que Mariano Rajoy ‘vea lucecitas’ o que el presidente del Constitucional nos quiera ‘vender’ que es un Tribunal apolítico e independiente o que el que más y el que menos niegue su participación en ‘mordidas’ y similares, suena a antiguo y ya no se lo traga nadie.

Al menos nadie que no se lo quiera tragar.