Por la boca… El Invicto

José Luís Rodríguez Zapatero se va invicto. No ha perdido una sola elección. Eso es algo que no pueden decir muchos políticos españoles, y menos si han sido presidentes del Gobierno o aspirantes a serlo.

Otra cosa es la herencia del invicto. Ha dejado todo desatado y mal desatado. Ni en el Partido Socialista, ni en el Gobierno ni, mucho menos, en el conjunto de España, queda nada medianamente o, razonablemente como diría el propio Rodríguez Zapatero, aprovechable.

Simplemente con repasar la lista de leyes que ha dejado para la posteridad hay material más que suficiente para decir que José Luís Rodríguez Zapatero es la viva imagen del invicto fracasado.

Por eso causaba hilaridad escuchar su discurso en Murcia en el primer mitin al que asistía tras el anuncio de la decisión. Verle y oírle sacar pecho, hablar sin sonrojo de sus logros, echar balones fuera al referirse a la crisis o al paro como si se tratara de algo que le es ajeno y en lo que ni tiene ni ha tenido la menor parte resultaba penoso.

Ahora todos van a mirar al futuro. Se hablará, ya se habla, de patos cojos, de interinidad, de primarias, de autonómicas, de locales y hasta se piden elecciones anticipadas. La realidad es tozuda y Rodríguez Zapatero ha dejado las cosas mal para todos, incluido el Partido Popular que se ha quedado sin blanco (blanco del de disparar) y que va a estar, hasta que las primarias de los socialistas se sustancien, pegándose contra un fantasma.

Mal para el Partido Socialista. Suponiendo –que es mucho suponer- que Bono pueda embridarlos hasta el 22 de mayo, a partir de esa fecha será mejor no acercarse por Ferraz porque los cuchillos van a volar. A priori, dejar un posible candidato ‘tocado’ por su trayectoria de gran muñidor de mentiras y de negociaciones indeseables no es ninguna herencia como para sentirse satisfechos, y dejar como posible heredera a una nacionalista –tirando a soberanista y secesionista- para encabezar el Gobierno de España, tampoco es como para felicitarse por la posibilidad, sin contar con la perspectiva de perder las próximas elecciones.

En cuanto al Gobierno, el panorama es negro. Un ejecutivo descabezado y con los problemas de paro, de déficit público, de solvencia internacional y al borde de la intervención, a la vista de todos y sin la zanahoria de posibles cargos tras los comicios de dentro de un año, desde luego no es como para que el invicto se sienta feliz el tiempo que le quede.

Y España. Tampoco las gentes de este país, piensen como piensen y voten a quien voten, se encuentran ante un panorama muy halagüeño ni con un futuro muy esperanzador, no sólo en el terreno económico y del bienestar sino incluso en el político con un partido en el poder roto y con una oposición que se puede haber quedado sin nadie contra quien emplearse, si es que alguna vez decide hacerlo.

Por eso sonaban a broma macabra las palabras autolaudatorias de Rodríguez Zapatero en Murcia y las de Rubalcaba y de Chacón en sus respectivos mítines. Que el presidente diga que le decisión estaba tomada desde hace siete años, es decir, desde el momento en el que juró el cargo por vez primera, es inadmisible por inverosímil y si así fuera, también ha elegido mal la forma y el momento. Eso se dice hace siete años y todos saben a qué atenerse.

 

¿De qué presume Rodríguez Zapatero en Murcia? ¿De qué generosidad para con España y para con su partido hablan los dirigentes del Partido Socialista? ¿Quiénes sino ellos han echado a Rodríguez Zapatero? ¿Quiénes sino los españoles están sufriendo uno de los mandatos políticos más nefastos de nuestra historia reciente?

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