Por la boca… Legislar en caliente

Cárcel de Aranjuez.

Nuestra vida pública está llena de tópicos y de lugares comunes, en lo político, en lo social, en lo económico y hasta en los medios de comunicación. Alguien dice una frase, más o menos ingeniosa, con mayor o menor sentido e inmediatamente lo dicho por el primero que se presenta, toma carta de naturaleza y es repetido por unos y otros según convenga en el momento y según vaya mejor para sus intereses ideológicos, de grupo o personales.

Ese alguien, un buen día, acuñó la frase de que ‘no hay que legislar en caliente’ y desde ese momento, se usa por todos y para todo.

Ahora está sobre el tapete la derogación de la legislación sobre la prisión permanente revisable. PSOE y Podemos, capitaneados esta vez por el PNV, no dudan que la ley es anticonstitucional y abogan por que desaparezca de nuestra legislación. Partido Popular y Ciudadanos, no sólo apoyan su mantenimiento sino que proponen una ampliación de los supuestos.

Y, cómo no, el argumento de quienes pretenden la derogación y no admiten una ampliación, es que ‘no hay que legislar en caliente’.

Sin entrar en el hecho de que tanto uno como otro supuesto, pueden llevar a tomar decisiones en caliente, el razonamiento, además de tópico, no puede ser más absurdo.

Vídeo del día

Al menos 16 muertos en el incendio de
un centro comercial en China

 

Cuando hay que legislar y lo que se legisla es justo y en beneficio de la colectividad, se legisla, sea en caliente, en frío o en tibio.

No es cierto –como dicen algunos- que el fin de la privación de libertad sea la ‘resocialización’ del delincuente. En todo caso ese, será uno de los fines junto a otros -tan importantes o más- como la ejemplaridad, el poder coercitivo, la fuerza disuasoria de la pena, y la propia privación de libertad. Pero por encima de todo está el derecho de la sociedad a apartar -por las vías legales y con todas las garantías jurídicas necesarias- de su seno a quienes han mostrado, con su conducta, ser individuos antisociales. Además, la privación de libertad que defienden algunos como vía de ‘resocialización’, no tiene probada su eficacia automática y menos si atendemos a los constantes casos de reincidencia, simplemente aprovechando permisos penitenciarios.

Lo que deben hacer los legisladores es legislar sin atender a ambientes calientes, a coyunturas frías o a circunstancias tibias y hacerlo con justicia, con objetividad, buscando el bien común y defendiendo la verdad.

Que para eso están, haga frío o calor.