Por la boca… Pactos postelectorales

Se habla –y no es para menos- de la transparencia que debe anidar en el seno de los partidos políticos. Lo que ocurre es que, con los vientos que corren, de lo que más se habla es de asuntos que tienen que ver con la corrupción económica. También es lógico. Eso de ‘llevárselo crudo’ se tiene que acabar y las comisiones, los cohechos, las mordidas, las malversaciones y los informes fantasmas, deberían ser descabalgados de nuestra vida pública.

Se habla también de regeneración democrática y, aunque no se sabe muy bien qué es lo que se quiere decir, los tiros van por el mismo asunto de los dineros. La economía ha sido y sigue siendo, por ejemplo, la obsesión del presidente del Gobierno y no parece ser que quiera mirar más allá.

Pero un político, todos los políticos, tienen que atender a otras muchas cosas que no siempre tienen que ver con los problemas económicos o con el paro. Por ejemplo tendrían que ocuparse de la transparencia en los programas políticos y en la claridad de las posibles coaliciones tras las elecciones.

Tal y como transcurre nuestra vida política no parece que se vayan a dar demasiadas mayorías absolutas en los comicios locales y autonómicos y, mucho menos, en las elecciones generales. Así las cosas las coaliciones o, simplemente, los acuerdos que permitan gobernar de forma estable y con ciertas garantías de continuidad, estarán servidos en lo platos de los partidos.

Preguntados los responsables de las distintas formaciones por posibles pactos con esta o aquella fuerza política, miran azorados para otro lado y, en el mejor de los casos, contestan que eso se verá tras conocer y valorar los resultados que arrojen las urnas.

Es normal que todos quieran ir ‘solos’ a las elecciones y que procuren llegar a las posibles negociaciones lo más fuertes posible y con el saco lo más lleno de votos que sean capaces de conseguir, pero no es menos cierto que uno de los derechos de los votantes es el de conocer programas e intenciones de los candidatos a obtener el voto de quienes se acercan a las urnas.

La información en materia de coaliciones y pactos es una de las más importantes con las que debería contar el elector a la hora de depositar su papeleta. Ese sería un magnífico compromiso de regeneración democrática. Pero lo cierto es que, hasta el momento, en las elecciones que se avecinan y en anteriores, difícilmente sabe el elector a quién vota, por la sencilla razón de que la lista por la que se ha inclinado, en la realidad postelectoral, puede cambiar sustancialmente.

Y economía aparte, eso podría llamarse malversación de votos y habría que regenerarlo.

 
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