Por la boca… Pedro Sánchez y un millón de votos

Si hacemos caso a las encuestas –pero no demasiado y con muchas precauciones- Podemos perdería un millón de votos que irían, automáticamente, al Partido Socialista.

Así las cosas, lo que debería ser una buena noticia para el PSOE puede convertirse en una fuente de conflictos internos –llueve sobre mojado- si Pedro Sánchez sigue empecinado en dilapidar la magra herencia que se ‘autolegó’. Si el secretario general electo tuviera un atisbo de grandeza política y se dedicara a recomponer lo que él rompió, en vez de ‘tirar los tejos’ a los votantes de Podemos, podría recoger ese millón de votos y hacerlo fructificar en una izquierda medianamente normal, homologable con la socialdemocracia europea y sin el más mínimo coqueteo con los populismos. Lo primero que tendría que tener claro es si el PSOE gana un millón de votos o si Podemos pierde un millón de votos. Y eso es pedir demasiadas peras al olmo de Sánchez.

La subida del Partido Socialista, al que las encuestas adjudican un millón de votos, al parecer, desilusionados de Podemos, constituye una buena oportunidad para que Pedro Sánchez reflexionara sobre su posición como pretendido líder de la izquierda. Pero es de temer que su odio y su rencor –que ahora reparte entre Susana Díaz y Mariano Rajoy- le impidan aprovechar uno de los pocos momentos dulces que le quedan en su ‘fantasmeo’ antes del congreso.

Pedro Sánchez –operación Madina aparte- ganará el congreso del PSOE y hará una ejecutiva dicen que ‘antitraición’, pero eso -suponiendo que la ‘antitraición’ exista en política- sería alargar su agonía. Sánchez no solamente no cuenta con el aparato del partido sino que lo tiene en contra y, en esas condiciones, por mucho que arrase con los militantes, le va a ser muy difícil mantener el tipo.

Y le va a ser difícil por su propia vaciedad, porque Podemos le va a cercar de cara a la militancia, porque en el socialismo hay fuerzas muy poderosas que no le quieren ver ni en pintura y porque el propio desarrollo de las cosas, tanto en España como en Europa, no le va a favorecer lo más mínimo.

Haría mal Sánchez en intentar apuntarse el tanto del millón de votos. La desilusión que hay en Podemos puede ser un espejismo del que no debería de fiarse.

Pero conociendo las escaseces de Sánchez, es de suponer que se estrellará contra el espejo. Y es que el narcisismo en política es mortal de necesidad.

 
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