Por la boca… Rey, equilibrio, prudencia y Constitución

La carta del Rey ha traído cola y con toda seguridad dejará secuelas en muchos. Secuelas ne gativas y positivas y también, en función de quienes la lean o la interpreten y secuelas, positivas o negativas, para la propia Monarquía.

Una vez más don Juan Carlos ha acertado. No era fácil acertar, ni la Monarquía española está para muchos trotes, pero es evidente que el Rey con sus aciertos y hasta con sus ‘meteduras de pata’ ha estado donde debía de estar y en el lugar que muchos españoles estaban esperando que ocupara.

El equilibro y la prudencia son virtudes connaturales en un monarca lo que ocurre es que todas las personas reales no las poseen. En este caso, quizás por el duro aprendizaje de sus años de aspirante primero y como Príncipe de España después, tuvo que pasar aquel niño que vino, abandonando su familia y su entorno, a que un general le tutelara.

El Rey aprendió mucho y sabe mucho. Escucha y no siempre es bien escuchado. En esta ocasión la prudencia para elegir el momento, el equilibrio del contenido y el respaldo de la Constitución ha hecho un servicio impagable a España en momentos en los que los políticos dudan, en función de sus necesidades electorales.

Esa es precisamente la grandeza de la monarquía hereditaria. La libertad de movimientos que tiene un rey no la tiene un político salvo que esté en su segundo mandato, siempre y cuando, como es el caso de los Estados Unidos, no tenga posibilidad de eternizarse en el poder.

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El sentido ‘vitalicio’ de la monarquía es el que proporciona a la realeza ese estar por encima del bien y del mal que tan difícil le resulta a un político que siempre tiene delante la imagen amenazadora de las urnas.

La Carta de don Juan Carlos es todo un modelo de respeto al papel que la Constitución le asigna y un ejemplo de equilibrio y de prudencia. Los nacionalismos que se han querido dar por aludidos ya tienen en qué reflexionar. Los nacionalismos que han mirado para otro lado lo han hecho precisamente porque han leído con mucha atención y las conclusiones que han sacado les han llevado a la reflexión.

En cualquier caso ovaciones o pitos aparte sea bienvenida una carta que deja muchas cosas en el sitio del que nunca deberían de haber salido.