Por la boca… En campaña

Aunque no sea de forma oficial es evidente que estamos en plena campaña para todas las elecciones que se nos avecinan. En esta política nuestra de declaraciones y de discursos, este tipo de campañas y los políticos que las impulsan, se sienten como pez en el agua y así nos va sobre todo los fines de semana en los que, entre congresos, convenciones, reuniones, asambleas y manifestaciones, no damos abasto.

Novedades pocas porque, lógicamente, cada uno sigue yendo a lo suyo y lo suyo apenas cambia.

El Partido Popular sigue en su línea inamovible de pregonar los logros económicos del Gobierno y de ahí no sale día tras día. Se aprendieron aquello de que comunicaban mal lo que habían hecho bien y todo se les vuelve en airear los asuntos económicos y, como consecuencia, se afanan en resaltar lo mal que lo dejaron los socialistas y lo terrible que para la economía serían los de Podemos. De asuntos políticos que interesan a los españoles, poquito. Si acaso, la novedad esté en que ahora pasean más a Mariano Rajoy. De ahí no pasan porque también el presidente del Gobierno se dedica a la economía.

Los socialistas –que bastante tienen con lo que tienen- lo basan todo, ahora, en la equidistancia. Se supone que, en busca del centro perdido, Pedro Sánchez se afana por quedarse en medio de populares y ‘podemistas’ tachando a unos de inmovilistas y recortadores de conquistas sociales y a otros de arribistas, populistas y de poco fiar como representantes de no se sabe qué izquierda.

Y Podemos.  Podemos es la esperanza. Pero no es la esperanza porque quepa esperar nada de ellos –que ya lo tienen bien demostrado- sino porque estamos esperando que digan algo, esperando que propongan algo y esperando que ofrezcan alguna iniciativa medianamente coherente. Todo se resume en acusar a todos y por todo y ahora pedir elecciones simplemente porque sí. Esa nada, ese vacío, que antes no se justificaba, ahora puede estarlo por la necesidad de tapar sus finanzas y sus sueldos, su procedencia y sus ‘birlibirloques’ fiscales. Y eso lleva tiempo.

La llamada precampaña, es pobre y vacía. No hay nada que pueda atraer a los electores fuera de lo de siempre y se hace necesario un esfuerzo por salirse de la rutina y remontar el vuelo.

Es de desear y, desde luego, de esperar que, cuando haya candidatos, los tiempos se acorten y se impriman los programas, los políticos y sus partidos, nos ofrezcan y encontremos algo más que acusaciones, economía, equidistancias y apuros para justificar cuentas corrientes.

 
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