Por la boca… El capitalazo

Decía Pérez Rubalcaba que el único capital político de Tomás Gómez era el haberse enfrentado a Rodríguez Zapatero, y dice Joaquín Leguina -una vez conocidos los resultados de las primarias- que eso no es un capital, que es un ‘capitalazo’.

A la vista de lo ocurrido, es evidente que el ‘capitalazo’ de Tomás Gómez es mucho mayor del que se pensaba y, sobre todo, de lo que se pensaba en Ferraz.

Aquellas declaraciones de Rodríguez Zapatero cuando afirmó, sin que le temblara la voz, que su candidata era Trinidad Jiménez porque era la mejor para ganar a Esperanza Aguirre, son una muestra más de lo que el mismo Joaquín Leguina ha calificado del fin del paracaidismo.

El secretario general del Partido Socialista siempre muere por la boca como pez inexperto. Hace el caldo gordo a sus adversario simplemente con que se tomen la molestia de repasar lo que ha dicho, y por ahí siempre está más que agarrado. Y eso le ocurre un día sí y otro también, tanto en el seno del partido como en el del Gobierno.

Ahora todo son parabienes a Gómez y cerrar filas en torno al candidato, pero cuando desde el aparato socialista se dijo que Gómez era el preferido del Partido Popular, es decir, que ni de lejos iba a ganar a Esperanza Aguirre, va a ser muy difícil que se pueda hacer una campaña mínimamente coherente que inquiete a la presidenta de la Comunidad.

Posiblemente Trinidad Jiménez fuera más ‘enemiga’ que Tomás Gómez, pero desde Ferraz han hecho las cosas muy mal, aun estando convencidos de que ganaba Trinidad Jiménez.

Otra cosa es cómo queda la situación de Rodríguez Zapatero en el partido cuando ya se cuestiona hasta su candidatura para las generales. Será el candidato del PSOE con toda probabilidad pero, con independencia de su situación como presidente del Gobierno, el berenjenal en el que se ha metido como secretario general de los socialistas le va a invalidar de cara a demasiados militantes.

Una vez más quiso tirarse en paracaídas sobre el Partido Socialista de Madrid y se ‘la ha pegado’. Ni siquiera le ha dado tiempo de tirar de la anillita y el porrazo ha sido de órdago. Y con él, Trinidad Jiménez, que ya es la segunda vez que se queda con las vergüenzas al descubierto en aras de su lealtad al ‘jefe’.

Nadie en el Partido Socialista se va a ir de vacío en este episodio. Rodríguez Zapatero sale muy tocado y cada vez le quedan menos cartas en la manga. José Blanco es una sombra que se aparece los fines de semana para decir que inaugura algo, meterse con Rajoy y seguir hasta la semana siguiente brujuleando entre el ministerio de Fomento, La Moncloa y Ferraz, y el ministro del capital, es decir Pérez Rubalcaba, buscando oxígeno en las detenciones de etarras, tampoco está para muchos trotes.

 

Aunque los socialistas lo nieguen Rodríguez Zapatero sí que participaba en las primarias de Madrid, y participaba por voluntad propia, porque se metió sin la menor necesidad en un jardín del que no se veía la salida y porque incluso aunque hubiera ganado Trinidad Jiménez, la imagen del secretario general ya estaba deteriorada desde el principio.

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