Por la boca… La consulta a las bases

Aunque lo niegue Pedro Sánchez y aunque hable de unidad, las cosas andan más que revueltas en el seno del Partido Socialista. El escándalo en el Comité de la pasada semana estaba servido y no defraudó, por más que todos quieran poner sordina a los gritos –ni mucho menos metafóricos- que hubo en Ferraz.

Y la prueba más evidente de la situación es la ‘rabotada’ con la que Sánchez se despachó en un intento de imponerse a los barones que le habían hecho tragar el sapo de las fechas del congreso. Una jugada, de la que nadie tenía noticia, y que solamente supone una ‘patada a seguir’ en la huida hacia adelante del secretario general, acosado desde dentro y desde fuera.

Susana Díaz, aunque sin concretar demasiado, ha puesto el dedo en la llaga, porque ¿para qué vale la consulta? Y, lo que es más importante ¿qué es lo que se va a consultar?

¿Se va a preguntar simplemente si se quiere pactar con Podemos? ¿Se consultarán uno por uno todos los detalles de la negociación, propuestas aceptadas, rechazadas o presentadas? ¿Se pedirá solamente autorización genérica para que Sánchez negocie y pacte? Un galimatías y sobre todo una consulta difícil de estructurar y más difícil aún de responder.

Pedir autorización general para Pedro Sánchez y su equipo negociador, es ocioso por cuanto, de momento, sigue siendo el número uno del partido. Sustanciar la consulta enumerando exhaustivamente los extremos de la negociación, es inviable salvo que se esté consultando a cada momento en función de la marcha de las conversaciones. Si lo que se pretende es pedir autorización para gobernar con Podemos, el Partido Socialista estaría como al principio y a merced de las ambiciones de su secretario general y se situaría el pacto al margen del Comité y de los barones, lo que supone una utopía.

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¿Entonces? Es evidente que la consulta es una salida en falso de Pedro Sánchez, una salida de pata de banco aprovechando la ambigüedad de los prebostes, antiguos y actuales, del Partido Socialista.

Con independencia de sus escaseces como dirigente, de su indigencia ideológica y de su falta de convicciones, Pedro Sánchez está siendo una desgracia para el Partido Socialista.

Esperemos que no sea, también, una desgracia para España.