Por la boca... Las encrucijadas de Sánchez

Parece que tras el enorme esfuerzo hecho por Pedro Sánchez para endosarnos la píldora de que el Partido Socialista había ganado las elecciones, ha acabado por creérselo el mismo. Pero no.

Hay pocos políticos que se crean sus propias historias y, aunque Sánchez no sea precisamente una lumbrera, sí llega como para no ser el crédulo de la película. Lo que no está tan claro es que las luces, políticas por supuesto, le lleguen para percatarse de las encrucijadas en las que se está metiendo él y está metiendo al Partido. Desde Felipe González hasta Susana Díaz, pasando por muchas voces amortiguadas de Ferraz, se alzan constantemente recomendaciones, más o menos veladas y más o menos tácitas, para que el secretario general de los socialistas recapacite. Pero las encrucijadas no le dejan hacerlo.

Encrucijada su propia situación en el Partido. Débil y quebradiza; pendiente de algunos hilos pero siempre en el alambre de las primarias, de posibles candidatos y de que salga algún gallo con espolones, compañera más bien, a darle el rato.

Encrucijada porque Sánchez sabe que no puede llegar a las elecciones generales, si es que le dejan llegar, sin demostrar que las municipales y autonómicas no han ido tan mal y, para eso, tiene que pactar con quien sea para tener cuotas de poder que exhibir.

Pactar con Podemos es su posible agarradera, pero sabe que su gran enemigo electoral y el que le disputa abiertamente la izquierda, es Pablo Iglesias y traga ensalada tras ensalada y tortilla tras tortilla aunque, lechuga y huevos no puedan ser más populistas de lo que son y a pesar de que, según decía, jamás pactaría con populismos.

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Encrucijada porque esos pactos radicalizan su postura y eso no gusta a todos en su Partido y puede que tampoco guste a su electorado más centrado que escucha, a cada minuto, las exigencias giratorias de Iglesias que solamente se recata a la hora de describir los menús.

Se comenta estos días la paradoja que supone el hecho de que, mientras Felipe González se distingue en Venezuela por su lucha en materia tan sensible como la de los presos políticos, Pedro Sánchez comparta mesa, mantel, ayuntamientos y autonomías con quienes han hecho de Venezuela un modelo a imitar y de Chávez y Maduro, santones de no se sabe qué democracia.

Más que paradojas se trata de encrucijadas sombrías de las que Pedro Sánchez va a salir muy difícilmente y para lo que no cuenta con más apoyos que los de la guardia de corps que tienen todos los líderes de los partidos mientras les dura el poder en las manos.

Posiblemente la primera encrucijada fueron los desplantes mutuos con Susana Díaz y a esa, le siguieron los malos resultados en las elecciones. Pero la encrucijada permanente son sus propias ganas de hablar sin tasa y sin medida. Sus palabras se las recuerda hasta Felipe González: ‘nunca debió decir aquello de no pactar con Bildu y con el Parido Popular’, debería ser más prudente,

Y más templado. Se lo aconseja hasta Ortega Cano.