Por la boca… Las habas de Ciudadanos

En todas partes cuecen habas y Ciudadanos también cuece las suyas. Políticamente no se puede vivir en la indefinición o al menos no se puede vivir durante tanto tiempo. Albert Rivera y los suyos han confundido los términos y han convertido lo que tenía que haber sido un partido bisagra normal, primero en una formación que se creía que había ganado mucho más que lo que en realidad había conseguido y, posteriormente, en un grupo que no sabe lo que quiere ni a lo que juega y que ha perdido su esencia

Vetar a Mariano Rajoy –que sí que ha sido vetado, por mucho que Ciudadanos lo niegue- no es rentable y centrar ese veto en la corrupción, no lleva a ninguna parte porque es un discurso pobre y escaso de contenido.

Los partidos bisagra que funcionan, de una u otra manera, en Europa, se definen claramente como tales y por eso pueden apoyar a izquierdas o  derechas, en función de los resultados electorales y cumplen así un papel imprescindible cuando las mayorías absolutas son algo pasado o no salen de las urnas.

Un apartido bisagra no da lecciones a nadie y, a cambio de conseguir poner en práctica algunos de sus postulados, se agrega al ganador de las elecciones e –incluso formando parte de un gobierno- facilita la marcha del país. Ese es su papel.

Desde esa perspectiva, a nadie debe extrañar que, supuesto nuestro sistema de autonomías, Ciudadanos facilite gobiernos de izquierdas en Andalucía y de derechas en Madrid. Es normal.

Lo que ya no es tan normal es el empecinamiento de Rivera en permanecer distante de Rajoy, porque ni debe pretender ser nada más que una bisagra y porque lo quiera o no, le guste o no, los españoles han decidido por dos veces que el encargado de formar gobierno sea el líder del Partido Popular.

Se agarra Ciudadanos a la cortada de sus 32 escaños para echar el ‘muerto’ de la investidura en los hombros del Partido Socialista. Una pobre coartada porque esos escaños pueden facilitar que en España haya un gobierno medianamente estable. Un partido bisagra, en según qué casos, puede facilitar la gobernabilidad –por ejemplo- con dos escaños,  si esos escaños son necesarios para apoyar a un partido que está en condiciones de gobernar si recibe esa ayuda.

Esa es la responsabilidad del partido bisagra que lidera Albert Rivera.

 
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