Por la boca… Hola, soy José Luís Rodríguez Zapatero

A CORUÑA. Mitin del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero (), en el que también intervienen, el ministro de Sanidad, José Miñones (), y el presidente de la Diputación de A Coruña, Valentín González Formoso () 18/07/2023 Foto: M. Dylan/Europa Press

Sánchez -tan experto en resucitar cadáveres políticos (ahí está el caso de Puigdemont que ya hedía)- ha resucitado a Zapatero que deambulaba, políticamente muerto y putrefacto pero activo en negocios de asesoría, por los predios de Maduro y al que trasplantó a los mítines en los que pronuncia soflamas que parecen propias del Club de la Comedia.

En la política española siempre han ocurrido cosas extrañas e inusuales. Evidentemente siguen ocurriendo y seguramente continuarán ocurriendo en el futuro. Pero a pesar de esa “costumbre”, no deja de extrañar la creciente presencia pública de Zapatero, sus apariciones en las campañas electorales y sus afanes pontificales sobre todo lo que se tercie. 

Se supone que en muchas decisiones de Sánchez está operativo y se ejercita en el trasplante de las  ideas y acciones de Maduro. Hace “bolos” de manera frecuente en medios de comunicación en los que dogmatiza como si fuera un político triunfador, de primera fila y que ahora está por encima de todos y de todo, al que todos admiran y al que todos deben rendir pleitesía.

Según cuentan algunos que lo han sufrido, en la reciente campaña electoral para Europa, de pronto sonaba el teléfono de cualquier ciudadano y al otro lado se escuchaba la voz de Zapatero, muy en campaña bananera: “Hola soy José Luís Rodríguez Zapatero” y el ex, soltaba un discursito en el que pedía el voto para Sánchez.

Sánchez -tan experto en resucitar cadáveres políticos (ahí está el caso de Puigdemont que ya hedía)- ha resucitado a Zapatero que deambulaba, políticamente muerto y putrefacto pero activo en negocios de asesoría, por los predios de Maduro y al que hizo levitar en los mítines en los que se dedica a imitar perfectamente a Mr.Bean, mientras Sánchez cada vez imita mejor a Zapatero, incluso en el tonillo de los discursos del Club de la Comedia esos que prodiga.

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Por eso no deja de ser oportuno recordar la trayectoria de Zapatero desde que apareció en política en las juventudes socialistas de León, hasta que se marchó por la puerta de atrás, para no enfrentarse a un fracaso electoral que dejó para otros.

 Tras un paso fugaz y absolutamente inane por el Consejo de Estado, el mundo bananero y la farándula de las dictaduras del chándal han ocupado su tiempo, se supone que con réditos más que apetecibles, además de las canonjías vitalicias de las que disfruta y que cubren los Presupuestos Generales del Estado de España.

Y ha tenido que ser Felipe González quien ha refrescado la memoria a muchos que han olvidado el quehacer de Zapatero al frente del PSOE y a la cabeza del Gobierno, poniendo de relieve lo nefasto de su acción de gobierno y las más que desgraciadas consecuencias y secuelas, de la gestión de uno de los más inútiles y perjudiciales presidentes de la historia de España, por más que Sánchez le esté haciendo, sino bueno, al menos digerible.

Desde sus fechorías en las relaciones internacionales, sentado ante la bandera de los Estados Unidos, la malhadada Alianza de Civilizaciones, sus relaciones con las dictaduras de América, o los países árabes, sus decisiones de retirar tropas de contingentes internacionales, su nefasta actuación económica en la crisis del 2008 -que negó siempre con la ayuda imprescindible de Solbes- sus leyes de Educación para la Ciudadanía, sus devaneos con la ETA, lo de la Memoria Histórica o la reforma del Estatuto de Cataluña…son “logros” más que suficientes para que el mejor sitio de Zapatero, salvo el asiento junto a Maduro, sea el olvido.

Retirarse a tiempo fue el título de un artículo de prensa que costó el cierre a un gran periódico madrileño y que, aunque aludía a De Gaulle, dejaba entrever la necesidad de otras retiradas más cercanas a los españoles.

Retirarse en el caso de Zapatero, no es solamente no presentarse a unas elecciones -reelección que sabía perdida de antemano- sino retirarse de verdad aunque sea para fotografiarse al lado de un personaje como Maduro, pero retirarse a tiempo para no incordiar ni en su partido, ni en el Gobierno de España, aunque Sánchez se lo permita.

Como Sánchez se dedica inasequible al desaliento a perder elecciones, es  fácil evaluar sus logros en ocasiones en las que Zapatero ha capitaneado mítines, presencia en medios y alegatos; pero, en cualquier caso, el problema y sus consecuencias serían compartidas por Sánchez y por el propio Zapatero.

Su presencia no es buena ni para España ni para el propio Partido Socialista, porque basta echar la vista atrás para que cualquier cosa que diga Zapatero, que llegó al poder tras los atentados del 11 M, quede automáticamente descalificada ante propios y extraños.

Pero sobre todo ocurre que los españoles, socialistas o no, no merecen en ningún caso tener que soportar, otra vez, la logorrea (asesores consultar el DRAE) y la presencia estelar de un individuo como José Luís Rodríguez Zapatero.

Quizás todo ello pruebe la soledad y la indigencia política de Sánchez.

La carcajada: Dice Díaz, se supone que en un arrebato de sinceridad locuaz e incontrolada: “No me van a escuchar decir que la economía española va como un cohete, porque no es verdad”.