Por la boca… Un país desconcertado

Tras los resultados de las elecciones España es un país que apenas sabe por dónde le da el aire. Políticos y partidos, fuerzas sociales y económicas y hasta los propios electores se mueven en la incertidumbre y el desconcierto.

Extraña que, después de mucho tiempo de hablar de la desaparición del bipartidismo, del fin de las mayorías absolutas y de la fuerza de los llamados partidos emergentes, los políticos de la situación no tuvieran previsto lo que ha ocurrido. Parece como si no se hubieran creído lo que era de dominio público, como si los resultados de los comicios hubieran sido una sorpresa.

Con independencia de lo atados que estén por los intereses de partido y hasta por apetencias personales, la falta de recursos de nuestros políticos es preocupante. Nadie puede sentirse decepcionado, porque tenemos lo que tenemos, pero alarmados, sí.

Y los españoles se debaten entre la alarma y el desconcierto. Habrá electores que estén satisfechos de los resultados porque son los que ellos deseaban; otros dudarán de su acierto a la hora de depositar su voto; también habrá arrepentidos, pero los únicos ‘culpables’ de los resultados somos los ciudadanos. No es que tengamos lo que nos merecemos, es que tenemos lo que hemos votado.

Mientras, el dinero propio y ajeno –que es siempre prudente, o más bien miedoso- mira de reojo a uno y otro lado y, en esas condiciones, la situación se hace cada día más difícil.

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Y los partidos… Unos quieren gobernar, otros defender sus posiciones, estos nuevas elecciones y aquellos ni gobernar ni elecciones, parece que solamente quieren pancartas. Pero son los llamados a entenderse para salir de la situación. Se habla de renuncias, de negociaciones y de altura de miras, pero unos y otros se aferran a eso que se ha dado en llamar ‘líneas rojas’ y así, todo parece poco posible.

Si a lo anterior se añaden los problemas internos de los partidos, liderazgos en cuestión, indefinición y ambigüedad, posibles grupos parlamentarios que más que juntos parecen revueltos y agravios en campaña difíciles de obviar, el menú está servido.

En estas condiciones el país se siente inseguro, desconcertado y nadie sabe por dónde le da el aire. Y si no sabemos por dónde nos da el aire ahora, no estamos como para saber dónde nos dará en un futuro.