Por la boca… Más partidos

Hay quien dice que el bipartidismo se acaba. Al menos eso dejan traslucir las encuestas que nos pone delante el mapa de las próximas elecciones europeas.

Partido Socialista y Partido Popular, bajan de forman sensible y suben, no menos espectacularmente, Izquierda Unida y Unión Progreso y Democracia. Pero, aun suponiendo que las encuestas no se equivoquen, quienes no se tienen que equivocar son los propios partidos.

 No se trata de una bajada ni de una subida por razones políticas e incluso a causa de las subidas y bajadas de una determinada ideología. Se trata del desencanto que los ciudadanos están viviendo de cara a la política y a los políticos y que, esos mismos ciudadanos, al no ver que su situación laboral y económica mejora, por mucho que las cifras digan que sí, se desahogan diciendo que no van a votar a los grandes y se van a decantar por los pequeños.

Unos partidos pequeños cuyas ideologías tampoco corresponden a ese desencanto. No puede pensarse que el malestar ciudadano vaya a ser cubierto por los comunistas de Izquierda Unida ni por el socialismo camuflado de Rosa Díez.

Tanto la estructura de los partidos como las fórmulas electorales, priman muy ampliamente a las grandes formaciones. La corrupción, la falta de soluciones, la escasez de ideas y hasta las muestras de cansancio de las principales figuras,  no son motivo para un desplome como el que se anuncia. O no va a haber tal desplome o la abstención va a batir records.

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Si en vez de unas elecciones europeas estuviéramos ante las generales, la cosa sería preocupante. España no está preparada para una atomización partidista, ni para un gobierno de agregados políticos, con ideologías más o menos afines, y con el único lazo de unión del interés por quitarle el sitio a la derecha.

Así las cosas y, dejando las europeas como un banco de prueba, bueno sería que Partido Popular y Partido Socialista, se aplicaran, unos desde el poder y otros desde la oposición, a enderezar los rumbos respectivos.

No se trata de discutir si el bipartidismo es bueno o es malo. Se trata de dilucidar si, aquí y ahora, a España le conviene o no le conviene.