Por la boca… La perdiz de Podemos

Podemos es una perdiz mareada. Todos marean la perdiz.

 La marean los propios responsables de la formación que dan vueltas y más vueltas alrededor de lo mismo, no aclaran nada y no dicen nada sobre sus propósitos.

Marea la perdiz el Partido Popular -y la marea el Gobierno- que se limita a acusar, a reprochar y a descalificar sin concretar nada ni tomar una sola medida. Marea la perdiz el Partido Socialista que, por no concretar, no concreta ni sus propias dificultades internas. Y la marea Izquierda Unida que se debate entre la colaboración, la desaparición y la escisión.

Hay dos cuestiones que a todos interesan en relación con Podemos y que nadie coge por los cuernos.

En primer lugar está la propia identidad política de la formación que nos marea a los españoles entre el populismo, los modelos griego y chavista, la socialdemocracia, las amenazas  leninistas y los ultimatums a golpe de reloj, pero que no aclara nada respeto a sus verdaderas intenciones y a su posible programa político.

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Aquí los demás callan. Se limitan a hablar de populismo, de lo que ocurriría y de la debacle griega.  Ningún partido político se faja de verdad con Podemos y prefieren una especie de ninguneo que no les conducirá a ninguna parte. ‘Nuestro enemigo no es Podemos’ dicen, y se quedan tan satisfechos.

El otro problema es el de las presuntas corrupciones de Podemos. Tres de sus principales dirigentes están en entredicho por actividades que no acaban de aclarar y que tienen, al parecer, consecuencias económicas. Aquí las cosas podrían estar más claras: 1) O es verdad o no es verdad lo que se dice. 2) Si es verdad, la justicia y las instancias pertinentes deberían ponerse en marcha de forma inmediata. 3) Es urgente averiguar si las ganancias económicas que han generado esas presuntas actividades, han dado lugar a una financiación ilegal de Podemos o han ido a parar directamente a los bolsillos de los protagonistas.

En cualquier caso, de ser cierto lo que se afirma, tendría o consecuencias jurídicas o consecuencias políticas y las tendía en plena batalla electoral.

Llegados a este punto la pregunta es obvia: ¿por qué se marea la perdiz?