Por la boca… De los puentes de Franco a Puente el de Franco

Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible.
Óscar Puente, ministro de Transportes y Movilidad Sostenible.

Por la boca… De los puentes de Franco a Puente el de Franco

Puente no explica, ni razona, ni justifica, ni se excusa, ni justifica ni esclarece. Puente, simplemente, muy simplemente, con enorme simpleza, expele palabras, altisonantes, malsonantes, malhumoradas, insultantes, despreciativas, despectivas y hasta desagradables, cuando- por ejemplo- intenta decir algo coherente sobre el desastre de los viajes en tren.

Se habla mucho de la hemeroteca y constantemente se pone a los políticos frente al espejo, nada agradable, de lo que dijeron antes y de lo que dicen ahora; se les coloca antes sus mentiras, sus incoherencias y sus desvaríos. Pero lo que dicen es tanto y tan disparatado que, muchas veces, esos dislates pasan desapercibidos y se olvidan, entre otras cosas por aquello de la “mancha de la mora”. Por eso no está de más volver sobre declaraciones, dicharachos y memeces que se han pronunciado y no han tenido toda la repercusión que merecían.

Ya se sabe que lo peor que tiene que aguantar el ciudadano, de los ministros de Sánchez y, por supuesto, de Sánchez. No son las barbaridades que hacen o las memeces que dicen, lo peor es cuando lo explican.

Y ahí están las explicaciones de Montero sobre lo de los dineros a Cataluña. Los razonamientos de Bolaños cuando relata eso de las sentencias y del respeto a los Tribunales y lo de la separación de poderes. O -ahora que está tan de moda- las justificaciones de Illa cuando aquello de las mascarillas para la pandemia.

Puente es de otro jaez. Ni explica, ni razona, ni justifica, ni se excusa, ni esclarece. Puente, simplemente, muy simplemente, con enorme simpleza, expele palabras altisonantes, malsonantes, malhumoradas, insultantes, despreciativas, despectivas y hasta desagradables, cuando -por ejemplo- intenta decir algo coherente sobre el desastre de los viajes en tren.

Don Pelayo, los suicidas, los sabotajes, el mal tiempo, el buen tiempo y hasta Franco, forman parte de los regüeldos ferroviarios de Puente.

“Ya solo queda que alguno diga que, con Franco, los trenes funcionaban mejor”  dice Puente que, cuando murió Franco, tenía 7 años. Todo un experto estudioso de la historia.

Y con Franco ha topado Puente, Ábalos mediante.

 

Franco era muy de puentes, muy de carreteras, muy de pantanos y hasta muy de trenes y de vías de trenes. Y según decían, él y sus más cercanos colaboradores, todo estaba atado y bien atado. Tan atado estaba todo que Franco, para quién Puente -con sus cinco, seis o siete años- ya debía ser un rojo empedernido y recalcitrante, dejó todo preparado para que cuando el niño rojo de Valladolid creciera, se hiciera mayor, socialista, alcalde y -tras no llevarse nada bien con Sánchez- ministro del gobierno de Sánchez y le tocara encargarse de  lo de los trenes, todo estuviera manga por hombro, lleno de averías, de retrasos, de suicidas, de tormentas y de sabotajes para que Puente fracasará en su gestión, más o menos como fracasó en eso de la alcaldía de Valladolid, fracaso que seguro prepararon los alcaldes franquistas cuando Puente no había nacido, o era un bebé (aunque ya apuntara maneras) o apenas tenía uso de razón, en lo que también apuntaba aptitudes (en lo de usar la razón, por supuesto).

Y es que las dictaduras y los dictadores no perdonan y Franco la tenía tomada con los rojos, sobre todo si, en el futuro, iban a ser alcaldes de Valladolid y ministros de trenes con Sánchez.

Lo que aún no ha averiguado Puente, en su facundia historiográfica, es si las auditorías contra Ábalos, con Franco, eran mejores.

La carcajada Dice Albares, el de la cosa exterior: “Ninguno de mis colegas en Europa, me preguntan por Cataluña o por Puigdemont, algo que sí hacían cuando gobernaba el Partido Popular”.

(De lo que se deduce que, cuando gobernaba el Partido Popular, sus colegas de Europa, preguntaban a Albares por Cataluña y por Puigdemont)

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