Por la boca… En el tejado de los barones

De los cuatro líderes que ahora se juegan la gobernabilidad de España es evidente que el que tiene más problemas internos en su partido es Pedro Sánchez. Albert Rivera, Mariano Rajoy y Pablo Iglesias, aún con problemas de liderazgo, tienen la suficiente fuerza como para imponerse en sus respectivas formaciones.

Así las cosas, la pelota de los pactos y las negociaciones, no está ni en el tejado de Rajoy ni en el de Pedro Sánchez, quienes realmente tienen la patata caliente en sus manos son los llamados barones del Partido Socialista. Son ellos los que pueden embridar los afanes de Pablo Sánchez y los que tienen el poder suficiente para marcar el rumbo de lo que sea la trayectoria socialista en estos momentos.

Emiliano García Page, Susana Díaz, Ximo Puig y los demás presidentes autonómicos, son los que tienen que dar el paso, en uno u otro sentido. Pero lo que ocurre es que, aun teniendo el poder, lo tienen hipotecado por sus propios pactos, por sus propias negociaciones y por sus propias claudicaciones frente a los mismos ante los que ahora tiene o no tiene que claudicar Pedro Sánchez.

Y además de los barones en ejercicio, están los barones en la reserva. Los González, Guerra, Rubalcaba, Bono y demás ‘viejas glorias’, no son en absoluto ajenos al problema ni pueden mirar para otro lado. Además del gobierno lo que se está jugando el Partido Socialista es su propia identidad y la subsistencia. Demasiado envite como para dejarlo en las manos de Sánchez, de Luena o de los componentes del actual equipo dirigente –aparentemente dirigente- de los socialistas.

Unos tienen las manos más libres que otros, pero ninguno puede mirar para otro lado sin que en un plazo no muy dilatado, las bases socialistas y toda la ciudadanía les pidieran cuentas.

Todos los españoles tenemos derecho a exigir responsabilidad al Partido Socialista y a sus prohombres pasados y presentes. La trayectoria del socialismo español en la transición y sus gobiernos en democracia, exigen esas responsabilidades a los dirigentes de un partido llamado a desempeñar labores vitales en nuestra sociedad y en nuestro espectro político.

Lejos de críticas y de reproches, que no conducen a nada, el momento actual exige de los llamados barones del Partido Socialista una toma de posición clara y diáfana.

Pueden hacerlo y deben hacerlo con urgencia.

 
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