Por la boca… Los ‘thacheristas’

Es como si fueran una facción de la izquierda española. Son esos políticos, naturalmente ‘progres’, que han dado en denominar a sus adversarios, casi siempre adversarias, como ‘las thachers’ de la derecha española.

Siempre en nuestra política ha habido una especie de atavismo por los políticos extranjeros, especialmente británicos o alemanes. Si Churchill era un referente para algunos políticos del conservadurismo y Willy Brandt lo era para ciertos socialistas, ahora resulta que Margaret Thacher es letra de cambio para gentes del socialismo y de la izquierda que denominan así a políticos conservadores, casi siempre mujeres.

Hasta ahí nada que decir. Pero lo que ocurre es que usan el nombre de la que fue primera ministra del Reino Unido en un tono peyorativo. Son los ‘thacheristas’ de nuevo cuño que a fuer de ingeniosos acusan a diestro, que no a siniestro, y califican a los de enfrente de practicar el ‘thacherismo’.

Margaret Thacher ganó varias veces las elecciones en su país, gobernó en democracia porque así lo quisieron sus conciudadanos y lo hizo dentro de la ideología, las maneras y los planteamientos propios del conservadurismo británico que -en democracia interna, en respeto a los electores y en consideración a sus adversarios laboristas- está muy por encima de estos progresistas que nos toca aguantar en España un día sí y otro también.

Porque si los políticos británicos, de una u otra ala de la Cámara de los Comunes, no son demasiado dados a la broma y a la chanza, sobre todo en el ejercicio de sus funciones como representantes de los británicos, los españoles van sobrados de ingenio.

Por ejemplo, Alfredo Pérez Rubalcaba la pasada semana con motivo del congreso del Partido Socialista madrileño -en el que por cierto no se le ha hecho mucho caso- calificaba a Esperanza Aguirre de ‘thacher cañí de las Vistillas’ para intentar descalificarla y ‘barrerla’, se supone, para que ella deje de ‘barrer’ a su partido elección tras elección.

Ni Margaret Thacher merece tan poco respeto, ni lo merecen Las Vistillas -uno de los más bonitos enclaves de Madrid- ni, por supuesto, la presidenta de la Comunidad más próspera de toda España.

Y lo que no nos merecemos los españoles es un secretario general del primer partido de la oposición con tan poca gracia y tan poco ingenio.

A no ser que se haya contagiado de Meryl Streep y aspire a un Óscar.

 
Comentarios