Por la boca… Los tontilistos

Mi abuela decía aquello de ‘el más tonto hace relojes’ y además da la casualidad de que siempre son los mismos tontos y casi siempre hacen relojes parecidos. Lo que empieza a sospechar el personal es que no son tan tontos y, en cualquier caso, que a todos les da por lo mismo y lo mismo suele ser forrarse.

Si juzgamos por lo que dicen nos parecen tontos pero si atendemos a lo que hacen llegamos a la conclusión de que son unos listos, vamos unos ‘listillos’.

Algo de eso pasa con nuestros sindicalistas. Evidentemente lo de que el ‘presidente’ –que no es presidente sino gobernador- del Banco de España se vaya a su ‘puta casa’, además de una grosería es una tontería. Lo del ‘tardofranquismo’ de Esperanza Aguirre es otra solemne memez, lo de la moralidad de los cobros de los bancos raya en la estulticia, y no digamos nada del consejero que no se acuerda de su declaración de la renta.

Conclusión: tontos.

Pero resulta que lo de los puestos remunerados en los consejos de administración de las cajas y la cuantía de las remuneraciones no huele demasiado bien y lo peor de todo es cuando los ‘tontilistos’ lo explican. Porque contarnos la historia de Robin Hood es como muy conocido. Encaja bien eso de llevarse el dinero de los bancos y dárselo a los compañeros y compañeras pero, aun así, son demasiados euros para llevarse, a no ser que los compañeros y las compañeras tengan demasiados gastos.

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Vamos, que no cuela por mucho que uno sea técnico ferroviario y quiera hacernos un cambio de vía sobre la marcha. Y no cuela porque el que más y el que menos, incluidos los compañeros y las compañeras, puede empezar a pensar que eso es moneda corriente y se leen los listados de los consejeros y a lo mejor no se explican muchas cosas o se las explican demasiado bien.

A estas alturas de la manifestación, y tras tomarse las cañas que los oradores recomiendan, son muchos los militantes que no ven con buenos ojos la pertenencia a consejos de bancos -que por definición esquilman al obrero- y empiezan a pensar en los tontos de los relojes o en la cuña de la misma madera y en cuestiones de dinero los refranes son muy traicioneros.

Pero no hay que ser pesimistas porque llevarse ciento ochenta mil euros de un banco no deja de ser una forma de luchar contra el capitalismo depredador.