Por la boca… Urtasun “mano de piedra”

Cuando se anunció el premio al torero, a Urtasun le cambió el rictus y entró en trance de ecologista trasnochado, de “verde” desvaído y de animalista adolescente y hasta se olvidó de su abuelo, falangista navarro y, seguramente, buen aficionado a la Fiesta, en su Estella natal, condecorado por Franco y al que aplaudirían cuando recibió la medalla de “Sufrimientos por la Patria”.

Era de ver a Urtasun -al que Sánchez (Díaz mediante) encargó lo de la cultura-  en pie junto a los Reyes, aplaudiendo con entusiasmo mientras se leían los nombres de los galadonados en la entrega de los Premios Nacionales al mundo de la cultura. 

Aplaudía al paso de los que recogían su premio de manos de Felipe VI, todos ellos, seguramente, con méritos más que sobrados para hacerse acreedores al galardón, a juzgar por los aplausos y las sonrisas de Urtasun.

Y sonó el nombre de Julián López “El Juli” que, con todos los respetos a los demás premiados, tiene una trayectoria profesional impresionante, suficientemente acreditada y una acendrada bonhomía dentro y fuera de los ruedos. Un profesional que ha atraído a multitud de seguidores de su arte y que ha hecho mucho más por España y por la cultura española, que el diplomático Urtasun, dentro y fuera de nuestras fronteras.

Julián López recogía un premio, como mínimo, tan merecido como el resto de los que lo habían recibido.

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Pero cuando se anunció el premio al torero, a Urtasun le cambió el rictus y entró en trance de ecologista trasnochado, de “verde” desvaído y de animalista adolescente y hasta se olvidó de su abuelo falangista navarro y, seguramente, buen aficionado a la Fiesta, en su Estella natal, condecorado por Franco y al que aplaudirían cuando recibió la medalla de “Sufrimientos por la Patria”, que era de las pensionadas.

Y Urtasun empezó a destilar odio mezclado con la mala educación de manifestante antitaurino, aunque no se le conozca ni un solo razonamiento o reflexión aportados en contra de la tauromaquia, distinto de los ya rancios y tan manidos, de los que se manifiestan frente a las plazas de toros e insultan a los aficionados.

Y todo es comprensible.

Porque hacer unos estudios, más o menos brillantes, saber idiomas, acceder por oposición a la cerrera diplomática,  pedir la excedencia en esa carrera para dedicarse a la política y, una vez en la política, no llegar más que a mamporrero de Díaz, es como para estar permanente cabreado.

Pues hete aquí que en el momento que vio venir por su derecha a Julián López “El Juli”, sus manos se hicieron de piedra, como las de aquel boxeador panameño, Roberto Durán, que en los años 70 y 80 mereció tal apodo debido a las bofetadas que repartía en los combates.

Pero a Urtasun, las bofetadas, elegantes, educadas y señoriales, se las propinó el torero premiado que le saludó cortésmente mientras Urtasun se negaba a aplaudir quizás porque las manos en ese momento le pesaban más que la cara, también de piedra.

Ni el protocolo supuestamente aprendido en las oposiciones a diplomático, ni su acendrado amor por la cultura, ni tan siquiera la presencia de los Reyes, fueron óbice para mantener una actitud, maleducada, zafia, cabreada odiadora y odiosa, sus manos se momificaron y el gesto se avinagró.

Y es que Julián López es matador de toros y la memez de Urtasun -propia, adquirida o prestada- le llevó a retorcerse las manos y a rumiar su carrera de tiralevitas de Díaz, en contraposición con una de las cerreras más brillantes de la historia de la tauromaquia.

Un torero con la Medalla de Oro de las Bellas Artes, la Medalla de Madrid, 1900 corridas de toros, 4.000 toros lidiados, 2.863 orejas cortadas 97 rabos conseguidos, 955 salidas a hombros en las plazas más importantes del mundo y 31 toros indultados.

Y es que aunque los dos, el señor educado y el político zafio, nacieron el mismo año, la distancia entre ellos, por lo que a categoría personal y profesional se refiere, es abismal.

La carcajada… Dice Sánchez en la enésima mentira: “El ex ministro Ábalos me informó de la visita de Delcy a España, pero cuando el Gobierno se percató de que había unas sanciones, se canceló la visita”.

Y es que cuando un Gobierno se percata queda todo aclarado y transparente y la verdad se impone.