Por la boca…Gracias, gracias, buen Zapatero.

‘Érase una vez…en un país lejano…érase que se era…’ Todas son frases con las que suelen comenzar los cuentos y quienes cuentan cuentos, o sea, los cuentacuentos. Los cuentacuentos y también José Luís Rodríguez Zapatero. La diferencia es que el presidente del Gobierno, suele comenzar sus cuentos en los mítines con aquello de ‘compañeros y compañeras’.

Al secretario general del partido Socialista se le podría aplicar aquella especie de trabalenguas que tiene mucho sentido:

Cuando cuentes cuentos

Cuenta cuantos cuentos cuentas,

Porque si no cuentas cuantos cuentos cuentas,

Vídeo del día

Al menos 16 muertos en el incendio de
un centro comercial en China

 

Nunca sabrás cuantos cuentos cuentas tú.

O sea que Rodríguez Zapatero debería llevar nota detallada de las veces que nos ha dicho a los españoles que nuestro sistema financiero era el mejor del mundo; que no había crisis; que el próximo semestre no habrá paro; que el año que viene será el del pleno empleo… Porque si no lleva la cuenta de sus cuentos, al final se repite, cuenta los mismos una y otra vez, y no le cree nadie.

Otra característica de los cuentos de siempre es que en todos hay un bueno muy bueno y un malo muy malo y como el presidente es el cuentacuentos, hace lo que quiere, los cuenta como quiere y él se atribuye el papel del bueno buenísimo. Y siempre hay un personaje que le pelotillea y que acabará llamándole buen señor, buen leñador o, simplemente, buen Zapatero.

Su último cuento ha sido decirnos a quienes asistimos a sus sesiones de cuentacuentos   -bien en persona, bien a través de los medios- algo así como que ‘hemos asumido responsabilidades de cosas aunque no nos corresponden’ o ‘luchamos contra un paro que nosotros no hemos generado’. Y lo dice el cuentacuentos después de casi ocho años en el Gobierno. Eso le pasa por no llevar cuenta de los cuentos que cuenta.

Los cuentacuentos tienen desparpajo, no son nada tímidos, no sé si serán optimistas por naturaleza, pero saben que no pueden engañar a los niños y que, en todo caso, no lo podrán hacer demasiadas veces.

Rodríguez Zapatero tiene desparpajo para contar lo que cuenta; no sé si es o no es tímido, pero lo que si trata, este optimista visceral, es de engañarnos constantemente. Eso sí que es visceral en él.

Ahora, desinhibido al no ser candidato, va a los mítines ligero de equipaje, con el cuento a flor de boca e intentando confundir la ficción con la realidad. O sea como los cuentacuentos.

Y colorín colorado este cuento aún no se ha acabado.