En campaña

Aunque nuestros políticos, todos nuestros políticos, siempre están en campaña –y, bien en la oposición, bien en el poder, no dan una puntada sin hilo, o sea, no mueven un dedo sin haber sopesado antes lo que ese movimiento supone en número posible de votos- parece que ya se ha abierto la veda de forma más o menos explícita y el que más y el que menos ya se ha agarrado a alguna yugular y empieza a chupar, no digo yo que sangre, pero sí futuros sufragios.

Cayo Lara se ha tirado al monte de la izquierda y a la yugular de los votos que a Rodríguez Zapatero se le pueden estar yendo a borbotones desde las filas de los más descontentos de su izquierda. Y Lara lo ha hecho por todo lo alto preguntándose si el presidente ‘tendrá la caradura de pedir el voto en las próximas elecciones a su base social, a la que está traicionando’. Duda Cayo Lara si Rodríguez Zapatero ‘es el defensor de los 11 millones de ciudadanos que le llevaron a La Moncloa o si, por el contrario, es el Ejecutivo de los mercados y del poder financiero’.

Una campaña que empieza dura dando donde más duele -¿o no?- a un socialista. Una campaña en la que vamos a escuchar muchas cosas y una campaña que se prevé larga por cuanto ya está corroborado que el inquilino de La Moncloa se va a quedar allí ‘hasta que el cuerpo aguante’.

Ante esta situación nos quedan, sobre todo los fines de semana, declaraciones tras declaraciones y mitin tras mitin sin solución de continuidad. El granero de votos que se escapa es el del Partido Socialista, y Rajoy por un lado y, en este caso Cayo Lara por otro, aprovecharán todas las oportunidades.

Unas elecciones en las que serán los indecisos y los descontentos los que tengan la última palabra que –nadie lo dude- aún no está dicha y que además va a cambiar mucho en el tiempo que queda de aquí a los comicios.

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A lo anterior habrá que añadir las luchas internas para buscar sitios en las listas que en algunos partidos, el PSOE por ejemplo, a la vista de lo que puede ocurrir, hay que procurar que sean en los primeros lugares porque nunca se sabe dónde estará el corte de la Ley Electoral.

Y lo peor no serán los codazos por situarse en la parrilla de salida, lo peor es que en algunas sedes ya vuelan los cuchillos.