Una carta-trampa, más falacias y más mentiras

Una vez más Puigdemont, no ha contestado al requerimiento formal del Gobierno y sigue sin aclarar si declaró o no declaró la independencia de Cataluña en aquella desternillante sesión del parlamento, en la que difícilmente podía suspender una independencia que no había existido. Mentiras y falacias

Pero esa especie de quiero y no puedo de mendicante político, de apariencias y engaños, está teniendo su continuación en las cartas que envía a Rajoy, la de este jueves tramposa, falaz y plagada de mentiras.

(Ni siquiera cuando alude al ‘Gobierno del Estado’ dice verdad, por cuanto ‘Gobierno del Estado’ no aparece en nuestra Constitución. Otra cosa es que Puigdemont quiera recalcar con eso, que España es un estado y Cataluña una nación).

Nada más comenzar la carta leemos la primera mentira; ‘el pueblo de Cataluña’ no decidió nada el 1 de octubre, y el aval de quienes ‘supuestamente’ votaron en un ‘supuesto’ referéndum, más que un aval es una muestra del pucherazo que se llevó a cabo, antes, durante y después de las votaciones. Falacias y mentiras.

La alusión a los números arrojados por la votación relativa al ‘brexit’, además de falaz, vuelve a ser mentirosa por cuanto los números ‘inventados’ en Cataluña, nada tienen que ver con la seriedad de votaciones y recuentos en el Gran Bretaña.

El ‘mandato popular’ -además de haber surgido de una situación a todas luces ilegal- no es tal porque además de carecer de las mínimas garantías, ignora a los millones de catalanes que no se sumaron a la pantomima, precisamente por su ilegalidad. Falacias y mentiras.

En ningún momento el presidente de Cataluña puede afirmar su deseo de diálogo cuando -por poner un solo ejemplo- un representante de sus acompañantes de Esquerra, niega la posibilidad de elecciones autonómicas: ya no hay más que elecciones constituyentes. El diálogo consiste, entonces, en partir de la base de una declaración de independencia –golpe de estado- y preparar unas elecciones constituyentes propias solamente de un estado en el pleno ejercicio de su independencia. Que los independentistas insistan en decir que quieren diálogo es falaz y mentiroso.

En España, y por lo tanto en Cataluña, ni hay ni ha habido represión. No hay represión en la actuación de unas fuerzas de orden público mandatadas por un juez. Mentiras y falacias.

En España no hay presos políticos. Hay unos individuos encarcelados por un juez como presuntos autores de un presunto delito de sedición. Afirmar que las revueltas que los tales han organizado desde hace tiempo, son ‘cívicas, pacíficas y democráticas’, a la vista de los sucesos en las calles de toda Cataluña, es mentiroso y falaz.

 

Posdata aparte, la carta -para no tener desperdicio- finaliza con la amenaza, clara y tajante, de un chantaje: si… a usted se le ocurre aplicar la Constitución española, vigente, yo declaro la independencia.

Puigdemont, además de ignorar lo que significa legalidad y de no saber lo que es el diálogo, llena sus escritos de falacias y de mentiras.

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