Cataluña: los pulsos tiemblan

Torra, ante los CDR.

Temblaron a gobiernos anteriores, tiemblan a este y temblarán a los que vengan mientras no se solucionen (en muchos años y por varias generaciones) los problemas que generó Pujol con una hoja de ruta milimetrada.

Como todos los gobernante -y más si están en plena campaña electoral- Pedro Sánchez se harta de decir que no le va a temblar el pulso a la hora de aplicar las leyes a la situación de Cataluña.

Pues no es verdad, el pulso ya le está temblando cada vez que se acerca a la situación que se vive en aquella autonomía y ahí está presente lo de la proporcionalidad, lo de la prudencia, lo de no echar más leña al fuego…

Y mientras, sí que hay ciudadanos que tiemblan en Cataluña, padres que tiemblan a la hora de llevar a sus hijos al colegio en Cataluña, comerciantes que tiemblan antes de abrir sus cierres en Cataluña, empresarios que tiemblan ante el panorama de sus empresas en Cataluña y hasta miembros de las fuerzas de seguridad que tiemblan si tienen que desempeñar sus funciones en Cataluña y periodistas que tiemblan si tienen que informar de lo que ocurre en Cataluña.

Temblaron los pulsos a gobiernos anteriores, tiemblan al actual y temblarán a los que vengan, mientras no se solucionen (en muchos años y por varias generaciones) los problemas que generó Pujol con una hoja de ruta milimetrada.

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Posiblemente la causa del temblor sea que todos los gobiernos de nuestra democracia, en una u otra forma, han necesitado a los partidos catalanes y catalanistas, separatistas o nacionalistas, para gobernar más o menos cómodamente.

Pero también el origen del temblor podría estar en la ineptitud para afrontar la situación. O sea, que no saben qué hacer y, si lo saben, no se atreven.

Y se sigue sin atender a la raíces de la situación, que están en algunos medios de comunicación, en la enseñanza, en el adoctrinamiento de los jóvenes y en los intereses inconfesables de grupos y facciones que viven de la supuesta república catalana y de la entelequia de la independencia.

Lo empezó Pujol hace muchos años y la situación de ahora no es más que el resultado de aquello que se toleró por unos y por otros.

Menos mal que el ministro del Interior nos tranquiliza a todos con sus clarificadoras y valientes declaraciones: “La ley de Seguridad Nacional se aplica en los momentos en los que se tiene que aplicar”.

¡Menudo alivio!