En clave de mí

Mí, con acento. No es ninguna metáfora musical. Pura y simplemente se trata de ahondar en las reflexiones de Rodríguez Zapatero tras los resultados electorales del pasado domingo.

En clave de mí. De mi interés. De mi continuidad en el Gobierno. De mi tranquilidad parlamentaria. De mi preparación de las elecciones generales… Que nadie olvide que el actual presidente del Gobierno no es que gobierne a base de bandazos y a golpe de ocurrencias, es que gobierna por y para mantenerse en el poder.

Así las cosas y fracasado en Galicia, el Secretario General del PSOE tiene que dar la batalla en el País Vasco, en donde la subida de Patxi López ha sido espectacular y, si no hay sorpresas de última hora en el voto por correo, podría ser lehendakari con el apoyo del Partido Popular y el escaño de Unión Progreso y Democracia, desbancando al nacionalismo de Ibarretxe.

Y es ahí dónde el ‘mí’ adquiere toda su dimensión. Que nadie piense que Rodríguez Zapatero va a dar un solo paso ni va a autorizar el más mínimo movimiento a Patxi López, sin contar con la jugada siguiente que suponen los apoyos del PNV en Madrid. Posiblemente todo esté calculado, medido y hasta pactado con Convergencia y Unió y hasta en una posible remodelación –se habla en Ferraz- viéramos a Durand y Lleida en el Consejo de Ministros, pero en cualquier caso las declaraciones de Blanco, rotundas y tajantes de que van a dejar manos libres a Patxi López, no se las cree nadie.

En primer lugar hay que desbancar a la fuerza política que ha ganado las elecciones en Euskadi y por varios escaños de diferencia y eso hay que explicarlo a la opinión pública, por más que la opinión pública esté mayoritariamente en contra de la situación creada tras años y años en el poder por los nacionalistas vascos.

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En segundo lugar hay que atender a las exigencias de los ‘ayudantes’ y esas exigencias, paradójicamente, pueden venir más de Rosa Díez que de Mariano Rajoy.

En tercer lugar, y en línea con lo anterior, hay que tener muy en cuenta las malísimas relaciones personales del presidente del Gobierno con Díez, a quien ningunea en todas y cada una de las sesiones parlamentarias y a quien no perdona sus juicios sobre su antiguo partido.

En cuarto lugar, gobernar en Euskadi gracias a los escaños del Partido Popular puede pasar una factura demasiado onerosa en unas elecciones generales.

En la otra vertiente, supuesto el apoyo de los nacionalistas catalanes en Madrid, no hay que olvidar que, tras haber perdido el poder en Galicia, conseguirlo en el País Vasco puede ser una fuente de votos en muchos sentidos. Perder el poder en Galicia y no conseguirlo en Euskadi es una tacada demasiado fuerte para admitirla sin más.

Rodríguez Zapatero tiene que reflexionar, si no lo ha hecho ya, sobre lo que más le conviene, como siempre, a él.

Yo, mí, me, conmigo.