Los disimulos de Artur Mas

Ni Artur Mas engaña con sus engaños, ni disimula nada tras sus disimulos.

Basten tres botones de muestra: La cantinela de ‘dejar que los catalanes voten’. La mejoría que se experimentará con la independencia y, ahora, la palabra libertad venga o no venga a cuento.

Las tres tienen mucho que ver con el marketing político y con informar a la opinión pública catalana con cosas que, sin asustar, lleguen y calen a la hora de las opiniones. Se habla solapadamente de autodeterminación y, mucho más solapadamente, de independencia, pero se alude constantemente al derecho a votar. ‘Que dejen votar a los catalanes’. Eso vende. Eso llega. ¿Cómo a estas alturas de la vida democrática se va a negar a un ciudadano su derecho al voto? Sí, pero no cuela.

Tampoco cuela el argumento de la mejoría. Todo irá mejor. Lo nuestro será nuestro y los demás no podrán tocarlo. Es el más flojo de los razonamientos, por cuanto hasta en Francia se ríen cuando les llegan las noticias de lo dicho por Mas. Nadie se puede creer que una Cataluña independiente de España sea más próspera, ni en lo social ni en lo económico.

Y, ahora, se pone sobre el tapete, el argumento de la libertad. Los catalanes quieren ser libres, piden su libertad, tienen derecho.

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El problema, los problemas de Artur Mas vienen de que nadie le cree, entre otras cosas, porque se le nota demasiado el uniforme y la indumentaria de compañero, de viaje de la Esquerra.