El liderazgo de Casado

Para ejercer el liderazgo, la primera condición es tenerlo. Una elección puede otorgar esa tenencia, pero no tiene por qué servir necesariamente, para acreditar la eficacia en su ejercicio.

El liderazgo de Casado en el Partido Popular, tras las primarias, nació con una malformación congénita que puede ser diagnosticada -precisa y paradójicamente- como una falta de liderazgo. Un liderazgo con carencias, con desconfianzas y discutido, más o menos explícitamente, desde el primer momento.

Nunca ha despertado grandes entusiasmos ni entre la militancia, ni entre los votantes y mucho menos entre los ex como Aznar o Rajoy, o en los dirigentes autonómicos como Feijóo.

Además, sus entusiasmos primeros por Ayuso, se desvanecieron como por ensalmo en el momento en el que la presidenta de Madrid comenzó sus confrontaciones con Sánchez en la campaña electoral, “ocupando” el puesto opositor que a medias ejerce Casado. O bien por celos o bien por verse desplazado de sus funciones frente al líder socialista, Casado comenzó a restar “importancia” a Ayuso, por más que ésta hubiera arrasado de las elecciones.

Y comenzó el baile en el que Egea es una simple “señorita de compañía” -aunque incordie lo suyo- y en el que Almeida, esfinges aparte, puede llegar a ser una baza utilizable en el cambio de parejas.

Para ejercer el liderazgo, la primera condición es tenerlo. Una elección puede otorgar esa tenencia, pero no tiene por qué servir necesariamente, para acreditar la eficacia en su ejercicio.

Son muchas las voces que se alzan pidiendo a Casado que ejerza su liderazgo y termine con la absurda batalla del Partido Popular en Madrid, pero en esas horas de la verdad, a lo mejor se demuestra que ese liderazgo apenas existe y si existe, es muy menguado.

Con todo, se le presenta a Casado una gran oportunidad de hacer sonar su puño sobre la mesa, demostrar que ese puño es fuerte y de paso, no dar a Sánchez una baza que sería inadmisible para muchos votantes del Partido Popular.

Ayuso tiene toda la autoridad para exigir la batuta del Partido Popular en Madrid. Otra cosa es que el momento sea el oportuno o que su sentido del “desparpajo político” .que tan bien le funcionó contra Sánchez. tenga la misma eficacia dentro de su propia formación,

 

Ni Ayuso ni Casado deben dirimir sus diferencias por persona interpuesta y menos si el “interpuesto” es Egea. Ni Ayuso puede dedicarse al marketing político, ni Casado se puede permitir usar a Almeida como señuelo o, lo que sería peor, como amenaza.

La una, puede aprovechar la situación para templar sus ímpetus y aquilatar sus fuerzas. El otro, debe tomar de una vez y plenamente, la responsabilidad de liderar un partido que quiere gobernar España.

La carcajada: Dice Montero, la portavoz ex: “Son los presupuestos de la recuperación, extraordinarios e indispensables, ajustados, prudentes y creíbles…no solo no incluyen subidas de impuestos, sino que liberarán rentas de las familias”.

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