La nebulosa de ETA

Tras el cambio del Gobierno era de esperar. La banda terrorista es una de las últimas bazas que le quedan a Rodríguez Zapatero y la va a exprimir hasta que pueda. Que su hombre para tal menester sea Alfredo Pérez Rubalcaba es absolutamente lógico y perfectamente previsible. Y lógico y previsible es lo que está pasando desde el mismo instante en que se supo que la crisis de Gobierno era un hecho: la nebulosa, en todo lo que concierne a la ETA, ya está instalada en nuestra vida política.

Basta echar una mirada a las noticias para darnos cuenta de que todo es ‘puré de guisantes’ y que ni con los faros antiniebla nos vamos a enterar de nada; pero lo más inquietante es que tratándose de lo que se trata y con las personas que están en el tratamiento, la seguridad de que tras las nubes se cuece algo, es patente.

Batasuna se mueve y Tasio Erquicia afirma con toda sinceridad que hay siglas y que hay estatutos y hasta deben estar contratados los lugares para los mítines.

El Gobierno rompe los cauces de información con el Partido Popular y parece que se han interrumpido los normales entre Basagoiti y el Lehendakari Patxi López. Los ministros no se cansan de afirmar que el final está cerca y todos esperan una declaración de tregua que permita a Batasuna estar presente en los comicios, por más que Ramón Jaúregui diga que ya no hay tiempo. Lo hay y de sobra, siempre que se quiera que lo haya. Y lo más seguro es que se quiera.

Arnaldo Otegui habla de coyuntura política -que a él se le antoja nueva- para pedir su excarcelación. Tampoco anda lejos de la realidad. Y Rodríguez Zapatero, que abrió la caja de los truenos, permanece en silencio mientras otros le hacen el trabajo… ¿sucio?

Nadie duda a estas horas de que algo se mueve en el mundo del terrorismo y que ese algo desembocará en unas siglas presentadas a las elecciones. Los mimbres estaban ahí y el nuevo Gobierno está ya confeccionando el cesto. Un cesto que no gusta a la mayoría de los españoles que creen que la solución no es ningún pacto sino la derrota de la banda terrorista, pero lo que se llama ‘el entorno’ sabe aprovechar la coyuntura política para que Otegui salga de la cárcel o para que Batasuna tenga papeletas –el nombre es lo de menos- en los colegios electorales.

La importancia de que Batasuna esté en las elecciones es de grueso calado. Con tregua y sin ella supone un paso atrás que, en esta situación, posiblemente sea irreversible.

Tanto el Gobierno como la banda terrorista pueden estar, cada uno en su parcela, ante una de sus últimas oportunidades y es evidente que no la van a dejar pasar. Los unos están atravesando un mal momento y el otro necesita llegar en el año y medio que tiene –y que diga lo que diga Rodríguez Zapatero, en política es poco tiempo- con algo tangible ante los españoles y frente a una campaña electoral. Por otra parte, no hay que olvidar que acabar con el terrorismo ‘como sea’ ha sido el sueño de Rodríguez Zapatero, desde que llegó a La Moncloa.

No en vano se dice por Ferraz que si se hubiera acabado –de una u otra manera- con la ETA, no habría tercer mandato. Por algo será.

 
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