Palmas de fango

(I-D) El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.

En los pasillos y ante cualquier micrófono, las palmas de fango dominan el debate. Porque lo que de verdad está enfangado y cada vez huele peor, es la vida parlamentaria. Y no es que huela mal por los excrementos que espurrea (según el DRAE, “rociar con agua u otro líquido, expelido por la boca) Díaz, sino que ya el Congreso olía mal de antes.

Entre las palmas de tango que, cada tarde de la Feria de San Isidro, hay que soportar en Las Ventas por parte de los “entendidos y exigentes”, y las palmas de fango de cada intervención de Sánchez en el Congreso, todo se parece cada vez más a un tablao en el que muchos se han pasao con los finos (aunque ese negociado lo lleva Puente). Amnistiado, pero un tablao.

Y es que cada vez que Sánchez pronuncia la palabra maldita, sus palmeros del banco azul y de los otros bancos de más arriba, rompen a aplaudir (Montero y López (pero Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?) no aplauden, palmotean con entusiasmo).

Y en los pasillos y ante cualquier micrófono, las palmas de fango dominan el debate. Porque lo que de verdad está enfangado y cada vez huele peor, es la vida parlamentaria. Y no es que huela mal por los excrementos que espurrea (según el DRAE, “rociar con agua u otro líquido, expelido por la boca) Díaz, sino que ya el Congreso olía mal de antes.

Ni siquiera circulan ya los argumentarios entre los políticos en ejercicio. Ahora, simplemente, se utilizan las letras de canciones populares que en su tiempo tuvieron éxito, como aquel “Nada de nada” que cantaba Cecilia. ¿Quién le iba a decir a la cantautora que, con el tiempo, ese nada de nada lo repetirían machaconamente, ministros y diputados para enfangarse en la exculpación de lo acaecido (presuntamente por supuesto) con la mujer del jefe.

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Porque un gobernante experto en fango, da para poco y los discursos parlamentarios con los pies verbales en el fango son muy escurridizos y eso que se llama el lenguaje gestual acaba mostrando actitudes y posturas que dicen más que el propio discursito.

Todos azacaneados con el fango, por tapar el fango, por disimular el fango, por camuflar el fango, por espurrear el fango. ¿Pero, dónde está el fango?

Y con tanta simulación, tanto disimulo, tanto camuflaje y tanto espurreo, los españoles siguen sin enterarse (ni siquiera presuntamente) lo que ocurrió en sede  y hogar presidencial.

A lo mejor en próximos comicios, los electores, más que votar una u otra opción, lo que deben plantearse es a quién y quiénes echar de la vida pública.

Y mientras, un Gobierno que no gobierna, ocupado entre el fango de Sánchez y la mierda de Díaz. 

La carcajada: Dice Bolaños, respetando al máximo al Poder Judicial: “La Audiencia de Madrid no tiene en cuenta el informe de la UCO que desmontó, una por una, todas las falacias que dieron lugar a la denuncia falsa. Cuanto antes se archive el caso, mejor”.