El socialismo necesario

Dicen algunos de los analistas de ese bodrio televisivo y político que el pasado lunes dieron en llamar debate, que Alfredo Pérez Rubalcaba salió derrotado de antemano, con aires de seguro miembro de la oposición y otorgando a Mariano Rajoy la vitola de ganador de las elecciones y futuro presidente del Gobierno.

Sin entrar en los análisis del pseudodebate ni en la aparente resignación del candidato socialista ni, mucho menos, en la contenida euforia de los populares ante la derrota prácticamente cantada del Partido Socialista Obrero Español, convendría hacer una reflexión sobre la –insisto, posible- debacle de la izquierda española.

En la España actual y en la situación sociopolítica que atravesamos, un partido socialista razonablemente fuerte, aunque en la oposición, medianamente unido, pese a las lógicas tendencias y ambiciones personales, es de todo punto necesario.

En primer lugar una oposición preparada para gobernar es imprescindible en cualquier sistema democrático y, en segundo término, un socialismo moderno, de corte europeo, lejos de dogmatismos caducos y de revanchismos absurdos, es necesario para la marcha normalizada de cualquier país de nuestro entorno,

Los ejemplos en la Europa actual son muchos y los resultados de una alternancia que sea considerada habitual por la propia ciudadanía, casi siempre han sido buenos para los distintos países.

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Detenido en Nerja un prófugo escocés
cuando practicaba calistenia

 

Es evidente que España tiene características no siempre acordes con esa idea de normalidad. Vivimos en una partitocracia que, además, está protagonizada por dos partidos hegemónicos que tienen sobre sus cabezas la espada de Damocles de los nacionalismos y de los partidos afines a los separatismos. Y, por otra parte, algunas de las alternancias han tenido ciertas connotaciones atípicas en las que no se puede hablar de entera normalidad.

Pero aún así, las voces que hablan de problemas graves en el socialismo español, si Pérez Rubalcaba no consigue un mínimo de 120 escaños, no auguran nada bueno, no solamente para los propios socialistas, sino para el conjunto de la sociedad española.