La trata de niños y jóvenes

Es una de las ‘cantinelas’ del Papa Francisco ya desde sus tiempos de obispo en Argentina. Y no solamente el Papa alza la voz en ‘defensa de los más débiles’ incluso en círculos de la propia Iglesia. Son muchos los foros y las opiniones que circulan al respecto. Lo que pasa es que no acaba de concretarse porque posiblemente es un asunto en el que resulta más fácil ‘predicar que dar trigo’.

Constantemente en los medios de comunicación aparecen casos y sucesos en relación a la trata, explotación o abuso de niños o de jóvenes.

Desde la explotación sexual, los abusos incluso dentro de la misma familia, la explotación laboral, la matanza de niños antes de nacer, el mal trato físico, la violencia en el propio centro escolar, la iniciación interesada en el mundo de la droga, los secuestros, las violaciones y todo tipo de canalladas perpetradas contras quienes son, por definición, más vulnerables y más asequibles a los delincuentes de todo tipo, están presentes en nuestra sociedad y no solamente en lo que se ha dado en llamar tercer mundo.

No se trata de buscar culpables. Los culpables están ahí y es la entera sociedad. Desde el legislador, hasta quienes han de sentenciar, pasando por los educadores, las familias, los poderes públicos o los medios de comunicación. Cada uno tiene su parte de culpa, entre otras cosas, por no hacer nada o por hacer poco. Todos decimos lo que hay que hacer pero no lo hacemos.

El no poner freno al abuso que se está cometiendo con los más indefensos es quizás uno de los más graves pecados de esta sociedad nuestra que, por acción u omisión, se está acostumbrando a un tipo de noticias repugnantes a las que hay que poner freno de forma inmediata.

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