El triunfo de “roca”

Cuentan que había una taberna –no sé si en Madrid o en Sevilla- que tenía un cartel colgado que rezaba así: Prohibido cantar y bailar, aunque sea bien. Un cartel que haría feliz a la ministra de Sanidad.

Las gentes de mi generación aprendimos a fumar clandestinamente en los lavabos del colegio y en el cuarto de baño de nuestras casas. Se tenía una cierta familiaridad con los sanitarios “roca” y al morbo del primer cigarrillo se unía el de la prohibición paterna y profesoral.

Estamos volviendo al “imperio roca”. Ahora que ya somos libres y democráticos y que nos hemos dado una Constitución que garantiza esas libertades, resulta que llega una ministra que no nos deja comer, que no nos deja fumar, que no nos deja beber, que no le gusta que estemos gordos, que no quiere que estemos delgados y que vela día y noche por nuestro bienestar físico y, no se sabe, si moral. Una lata de señora.

Suponiendo que los adolescentes de hoy tuvieran que fumar de tapadillo en los lavabos de su centro escolar –algo impensable con lo de la “educación para la ciudadanía”- es posible que se encontraran en el “excusado recinto” con gentes comiendo hamburguesas, llevándose un “chato” de tinto a la boca y con alguien que, metro en mano, mide glúteos, brazos y abdómenes de españoles -y españolas, por supuesto- en paños menores e incluso se podrían encontrar a Blanco interponiendo querellas contra los manifestantes del Foro de Érmua. Claro que no se toparían con Cayetana Guillén Cuervo “fumando”, que para eso tiene La 2de Televisión Española.

Aquello sería como el camarote de los hermanos Marx, pero en escatológico. Si en vez de ir al lavabo a fumar alguien entrara a hacer lo que se suele hacer en un lavabo, se llevaría un sofoco y no dejaría de violentarse ante comilones, fumadores, bebedores, gordos y flacos, y calibradores de “michelines” y de costillas excesivamente marcadas.

Elena Salgado tiene una especie de afán redentor que es lógico en un ministro de Sanidad, sobre todo si su Ministerio tampoco tiene mucho que hacer por aquello de las transferencias a las diferentes autonomías, pero es que lo de esta señora comienza a ser obsesivo, también para los administrados.

 
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