Porque usted quiere

Era una de las frases favoritas del genial radiofonista Boby Deglané. En los años dorados de los programas de radio cara al público, cuando subía al escenario una concursante, Boby le hacía siempre la misma pregunta: ‘¿señora o señorita?’. Si le respondía señorita, la apostilla del locutor era inmediata: ‘Porque usted quiere’.

Eso es lo que ha venido a decir el jefe superior de policía de Madrid. A usted le atracan, le roban el bolso, le despojan de objetos en su casa o le descerrajan la caja fuerte de su negocio,… porque usted quiere.

Según el ‘sherlockholmesdeandarporcasa’, la mitad de los robos serían fácilmente evitables con cerrar las puertas y las ventanas y tener cuidado de las pertenencias personales. Y es que la gente es una descuidada que se olvida de cerrar las rejas de las ventanas y de poner los candados a las puertas y de encender las alarmas y de colocar las barras que atraviesan las contraventanas y de echar los siete cerrojos al sepulcro del Cid, que eso es lo que parecen muchas de nuestras casas, y no digamos los chalets de algunas urbanizaciones.

No deja de ser un sarcasmo que cuando los ciudadanos viven prácticamente entre rejas, cuando hasta en los pisos más altos de los bloques de casas hay que poner medidas de seguridad, cuando las puertas blindadas son obligadas en nuestras ciudades, cuando las señoras se aferran a sus bolsos con toda la fuerza de que son capaces simplemente para salir a pasear o cuando los atracos se suceden incluso con los propietarios dentro de sus hogares durmiendo tranquilamente, el jefe de la policía, don Enrique Barón, nos diga que la cosa no tiene importancia y que si la tiene es por culpa nuestra.

No es admisible que los que tienen que velar por nuestra seguridad nos acusen de ser los culpables de los delitos de los que somos objeto cuando los presupuestos de las comunidades de vecinos se van en alarmas y personal de seguridad.

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Cada día se desarticulan bandas organizadas. Un día sí y otro también hay alunizajes en establecimientos comerciales a plena luz del día. Los gremios de joyeros o de peleteros, sólo por poner un ejemplo, se quejan con asiduidad de que son objeto de robos y atracos y hasta en las calles más céntricas se producen robos y asaltos de todo tipo.

Es muy posible que todo eso sea normal y hasta que las cifras se muevan en guarismos aceptables, teniendo en cuenta la densidad de población de algunas zonas y la movilidad social que existe entre unas y otras ciudades. Pero lo que no es admisible es que el jefe superior de policía de una ciudad como Madrid llegue a la conclusión de que los culpables de los atracos son los atracados, los responsables de los robos son los robados y los causantes de las tropelías, los que las sufren.