El preocupante olvido de los buenos modales
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La forma de vida en la actual sociedad de cambios acelerados, les suele dejar “en fuera de juego”. Por ejemplo, si escriben una de las extensas y cálidas cartas de siempre a un nieto, pueden recibir la respuesta con un lacónico whatsapp que les deja perplejos.
Hay otro cambio social que deja a los mayores aún más desubicados. Me refiero a la actual pérdida generalizada de los buenos modales, por considerarlos simples convencionalismos que cambian en cada época.
Es verdad que la noción de buenos modales ha evolucionado a lo largo del tiempo, pero eso no significa que se haya perdido lo esencial o que se pueda modificar de forma caprichosa. Todos hemos comentado alguna vez “¡qué niño más educado!” refiriéndonos a lo mismo: a unos modales que expresan una calidad personal ligada a valores interiorizados.
Conviene precisar que eso de “vivir a mi manera” (como el título y la tesis de la célebre canción de Frank Sinatra), no es correcto si se entiende como hacer lo que a cada uno le apetece en cada momento. Sí es admisible, en cambio, vivir con estilo personal las normas sociales comúnmente admitidas,
Entre los modales básicos cabe destacar los cinco siguientes:
-Pedir siempre las cosas por favor y dar las gracias por un servicio recibido;
-disculparnos si, involuntariamente, causamos algún tipo de perjuicio;
-saludar cuando lleguemos a un lugar;
-ceder el asiento a personas mayores o mujeres embarazadas;
-hablar correctamente evitando usar un tono de voz muy alto y palabras malsonantes.
¿Cómo se siente una persona mayor que está acostumbrada a intercambiar cada día un saludo afectuoso con sus vecinos, a que los jóvenes le traten de usted (sin tuteo), a que respeten el turno en las colas, etc., cuando todo eso desaparece? Me imagino que se siente desconcertada y dolida.
Otra causa de la pérdida actual de buenos modales o buenas maneras es que han dejado de verse como un objetivo educativo.
Las normas que deben seguir las personas para convivir en sociedad siempre han existido y se han valorado, como lo prueban muchas declaraciones de personajes eminentes de la historia. Por ejemplo, “El estilo es el hombre mismo” (George Louis Leclerc); “La brevedad es la hermana del talento”