Feliz Navidad’14

Quiero  felicitar la Navidad a todos los lectores que me siguen habitualmente o que lo hagan en esta ocasión, por supuesto a quienes discrepan de mis opiniones, pues lo habitual  y enriquecedor es que todos discrepemos en algunos aspectos siempre respecto a otra persona, y no me considero especial.  ¡Qué aburrimiento si todos pensáramos igual! Es más: peligroso quien se crea que siempre tiene razón, o que su análisis es el más certero, porque la visión personal es necesariamente limitada.

            Hay ocasiones en que alguna persona se cree en la verdad y piensa que todos los demás están equivocados. Es como el chiste: la policía da un aviso a los conductores de una autopista de que hay un vehículo que circula en dirección equivocada, y el conductor del mencionado vehículo lo oye y piensa que “no circula un coche en dirección equivocada, sino todos”.

            Feliz Navidad a todos, de corazón. Y ojalá todos redescubramos este año, como en cada Navidad, el origen y sentido de estas fiestas, que es religioso. Los regalos, las celebraciones gastronómicas o  los viajes pueden engarzarse en este sentido religioso, que incluye estar con la familia y pasarlo bien, pero me atrevo a apuntar un aspecto que también debe estar presente, en mi opinión, tanto en estas fiestas como en nuestra vida.

            Me refiero a la solidaridad, llámese como se llame en el lenguaje de cada uno. Pensar en los demás.  Tener presentes las necesidades materiales de muchas personas, y también la necesidad de afecto de otros muchos. Una Navidad insolidaria es, sencillamente, un contrasentido. Hay muchas maneras de vivirla, pues es cuestión personal y de valorar circunstancias de personas que conocemos, o instituciones que colaboran a acercar el calor navideño a hogares sin recursos.

            Otro aspecto de la Navidad me parece que está en su núcleo. Es un recordatorio del valor del bien, de la verdad y de la moral, como cauce para encontrar la paz personal y contribuir a que los demás la encuentren. No es hablar de utopías o angelismos, sino de reconocer de nuevo que el  bien, el sano afecto, el trabajo bien hecho y redescubrir el sentido del servicio a los demás es la contribución que está a nuestro alcance para sanar un poco más los ambientes en que nos desenvolvemos.

Vídeo del día

Detenido en Nerja un prófugo escocés
cuando practicaba calistenia

 

 Un trabajo bien hecho que necesita la moral, no sólo la calidad técnica, y en el que deben destacar quienes desempeñan  cargos políticos, empresariales, sindicales o bancarios, porque tienen más responsabilidad y se confía en ellos. ¡Feliz Navidad!