Protestas en Valencia

Unos centenares de estudiantes se están manifestando en Valencia contra los recortes en la educación. No pocos son menores de edad, y poco han tardado en unirse algunos políticos y profesores.

Sobre todo a través de las redes sociales y en ciertos medios de comunicación, se está hablando de excesos violentos de la policía. Ante semejante acusación grave y genérica, la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Paula Sánchez de León, simplemente ha dicho que, si hubiera alguna extralimitación policial, habrá consecuencias, pero que no le consta. Y ha añadido que también habrá consecuencias para quien actúe de forma ilícita contra la policía.

Si famosa es la frase de que en las batallas la primera víctima es la verdad, lo mismo puede decirse de esta protesta. Sólo el lunes 20 hubo 21 detenidos, cinco de ellos menores de edad; y hubo 16 heridos, 11 de ellos policías. ¿No es para reflexionar unos minutos? Los manifestantes lanzaron contra los policías botellas y mandarinas, que lograban de los contenedores que iban volcando a su paso. Con esa violencia, unos cientos de jóvenes empezaron y otros muchos les jalean, haciendo un flaco servicio a la verdad y a la democracia. ¿Quién son más víctimas, los jóvenes o más bien los policías, que siguen siendo ciudadanos de primera, como cualquiera, no objetivo irracional de arrebatos violentos.

No seré yo quien niegue a nadie la libertad de expresión, pero a la vez seré de los primeros en recordar que las agresiones físicas no son sino expresión delictiva ¿o es que un policía no tiene derechos también?

Era más que previsible, totalmente esperado, que ciertos sectores de la vida española iban a oponerse en la calle ante las primeras medidas que adoptase el PP en el Gobierno. Los sindicatos, tan mansos cuando gobernaba el PSOE recortando los gastos en educación y empobreciendo este país, ahora quieren ser los gallos de las protestas callejeras, preámbulo diseñado para una huelga general.

Son sucesos orquestados. La elección de Valencia no es casual, pero no precisamente por haber sido designada hace unos días una de las 10 ciudades más atractivas del Sur de Europa para invertir y disfrutar. Se pretende que los sucesos de Valencia se extiendan a otras ciudades, siendo los antisistema –algunos de ellos integrantes del 15-M- los portavoces de una protesta muy organizada, que pretenden bautizar con el nombre de "primavera valenciana", para engrandecerla y empalmar con otras protestas históricas en un intento de agrandar su relevancia.

Se está distorsionando y desinformando. Los jóvenes han de tener la personalidad de valorar sus actuaciones y no ser instrumentalizados: que sepan de verdad los motivos de sus protestas, que sepan quiénes son los responsables de la situación actual, y que se expresen, pero sin provocaciones continuas ni violencia.

 
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