Sancionar el turismo desmadrado

Motivos tiene el ministro de Industria, Energía y Turismo, José-Manuel Soria, para “sacar pecho”, porque son datos muy importantes para nuestra economía.

Por otra parte, el ministro Soria ha destacado el auge del turismo nacional, pues constituye una clara señal de confianza en nuestras posibilidades, a la vez que el turismo extranjero ha crecido gracias a los ingleses, alemanes y, sobre todo, franceses.

Soria no ha podido soslayar un fenómeno preocupante, el “turismo de borrachera” o de “excesos”. Y es que,  junto a la cantidad de turistas, hay que lograr que haya también calidad, tanto por los turistas como por los españoles, que sufrimos los excesos intolerables de algunos turistas.

El “turismo de borrachera”  en algunas ciudades españolas, o el de “desnudos” en Barcelona – comprando en supermercados o paseando por las calles- nos hace mucho daño y, sobre todo, requiere una simple pregunta: ¿por qué se toleran?

Sobran imágenes de botellas de cristal por las playas, fiestas hasta altas horas de la madrugada impidiendo el descanso de otros turistas o de españoles, borracheras colectivas, espectáculos sexuales y otras zafiedades similares. En la Barcelonesa los vecinos están hartos y vienen reclamando medidas.

¿Qué ha hecho la policía ante ese turismo desmadrado? Salvo que me falte información, ha permitido esa degradación, porque sobran apoyos jurídicos para sancionar esas conductas, y sobre todo evitarlas. Tal vez la policía debe “callejear” más y no hacer la vista gorda o seguir con los  oídos sordos, porque se saben lugares y personas.

Los vecinos avisan a la policía, pero no se ataja ese turismo desmadrado. La policía debe evitarlo, en primer lugar; y si se produce, aplicar las sanciones adecuadas. Con el turismo “no vale todo”, del mismo modo que los españoles evitamos esas conductas.

Según parece, un buen número de esos turistas que se exceden son extranjeros, y hacen aquí lo que en su país no se atreven a hacer o no se les permite. Si se lo permitimos nosotros, no vendrán otros turistas de más calidad, y en todo caso el turismo no puede ir en detrimento de la propia dignidad de los españoles.

 
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