La altura del Rey

            El Mensaje de Navidad del Rey  ha sido una agradable sorpresa. En vez de presentarnos un Rey en decadencia, casi siendo más noticia por sus molestias físicas a lo largo de 2013 que por sus intervenciones, nos deja un mensaje profundo, que evita el distanciamiento de los problemas o los alientos genéricos y estériles. Un discurso de altura,  que hacía mucha falta.

            Poco importa quién le ha preparado el discurso o quiénes,  pues al asumirlo el Rey lo hace propio. Nadie se atreve a criticar o ensalzar a los  que han redactado  el Mensaje. Sucede con este discurso  y con los  miles de discursos que  se pronuncian en el orbe. Lo que ha dicho el Rey lo ha dicho él, y se ha comprometido él.

            Su llamamiento a la unidad y al respeto al pluralismo dentro de la Constitución se esperaba. Cataluña es un problema, para España, pero especialmente para la propia Cataluña, que se ha metido en un galimatías considerable con su apuesta por el referéndum  independentista en 2014. Requiere responsabilidad de los partidos políticos y de la sociedad, en Cataluña  y en el resto de España. Es inaceptable, por ejemplo, que Izquierda Unida sea independentista en tierras catalanas y no lo sea – parece, por ahora- en el Congreso de los Diputados: además de irresponsables, son incoherentes y engañan.

            Ha sido un discurso realista, que recoge el descontento ciudadano hacia la clase política, empresarial y, aunque no lo diga el Rey en su discurso, hacia algunos miembros de la Casa Real, investigados por operaciones millonarias y provocando así un rechazo  lógico en los ciudadanos hacia la propia institución monárquica. El Rey y los miembros de la Casa Real han de ser honrados, y parecerlo, tanto en sus acciones como en sus omisiones: todos los miembros de la Casa Real, no sólo el Rey.

            El Rey ha asumido “más ejemplaridad y transparencia”. Agradecemos sus palabras, pero todavía es una asignatura que tiene pendiente para sintonizar mejor con la sociedad de nuestros días. Y no tiene mucho tiempo el Rey para demostrar que ese compromiso mayor por la transparencia y ejemplaridad tiene consecuencias reales. Sin embargo, lo que me daría más miedo es que el Rey no se diera cuenta de la dimensión del problema que tiene, y ha demostrado que es consciente, lo reconoce y se pone al frente de los que han de mejorar en 2014. Un ejercicio regio  de humildad y de valentía.

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            Me uno totalmente a la afirmación del Rey de que sólo considerará que la crisis se empieza a resolver cuando haya oportunidades de trabajo. La suscribo al 100%. Por eso, escuchar en estas semanas el aumento de los beneficios en los bancos, el auge de la Bolsa o ciertos planes de inversión en Ayuntamientos y Diputaciones me producen una doble sensación: ciertas mejorías económicas objetivas, pero sin trabajo no hay justicia ni recuperación real de la economía.

            El paro ha dado un pequeño respiro en España a finales de 2013. No basta. Hacen planes más decididos del Estado, de los empresarios y de todos, pues es intolerable la situación laboral en España, tanto en el caso de jóvenes como de personas mayores de 50 años, por señalar los dos extremos: enterrar talentos jóvenes es un cáncer, pero desperdiciar la experiencia y la aportación profesional  de personas durante 30 años no lo es menos, y además que suelen tener cargas familiares y una menor capacidad para cambiar de trabajo o de país.

            Un 10 para el Menaje de Navidad del Rey, pero ojalá se pueda poner esa calificación a sus hechos en 2014. Se ha comprometido mucho. Mientras tanto, ¡feliz Navidad y próspero 2014 a todos los lectores!