Las armas de Sánchez

Una imagen puede resumir el resultado de las elecciones europeas del 9-J. Pedro Sánchez y Begoña Gómez fueron a votar, y recibieron numerosos insultos y gritos.  Me fijé en la cara de ambos: Pedro Sánchez sonrió con claridad, y lo que me llamó la atención es la amplia sonrisa de Begoña, nada que envidiar a la de su marido. Tampoco es que yo esperara unas caras crispadas y tensas, pero sí unas caras de cierta serenidad, no de alegría expresa ante pese a los insultos.

Los abucheos e insultos son compañeros permanentes de cualquier acto en que esté presente Sánchez. No iba a ser menos el 9-J. De nuevo, ha obtenido unos resultados electorales que le dejan muy vivo, mucho más vivo de lo que en el PP esperaban, y también muchos votantes de diverso signo.

Percibíamos que estas elecciones europeas iban a tener un trasfondo nacional como pocas veces anteriormente. Tras las elecciones generales del pasado 23-J, dos cuestiones acaparan la vida española: la amnistía – tras ser negada una y otra vez antes del 23-J – y la imputación de Begoña Sánchez por corrupción y tráfico de influencias.

Ante este panorama nacional, y teniendo presente la idiosincrasia española, me permití aventurar que no le iban a pasar factura electoral a Sánchez, porque sigue habiendo en España un voto socialista que, pase lo que pase, no cambia de papeleta, y máxime si se agita el fantasma de que “viene la derecha y la ultraderecha”.

Sánchez ha victimizado a Begoña y le ha salido bien, o al menos le ha permitido salvar los muebles. Apunté que, en esta ocasión, podíamos asistir a la sorpresa de que la imputación hartara a los permanentes votantes socialistas, pero no ha sido así.

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El PP ha ganado, es cierto, pero con mucha menos holgura de la que se preveía hace unos meses, y con un margen estrecho. Ahora le toca trazar su estrategia política, a la vista de que no logra engullir a Vox y de que le ha salido un “resto” como Alvise, que con “Se Acabó la Fiesta” es un fenómeno interesante: por ejemplo, Alvise ha renunciado a cobrar en estos 5 años los 2,4 millones de euros como eurodiputado.

Ni Sánchez está acabado ni está claro lo que sucedería si hubiera ahora elecciones generales en España, a la vuelta del verano. Sánchez tiene motivos para sonreír: puede negociar  en Cataluña con los independentistas con el “arma” velada de que puede haber adelanto electoral, puede aguantar tres años más en la Moncloa… o puede adelantar las elecciones generales dentro de unos pocos meses si estima que lo de Begoña va a ir a más, si estima que el desgaste le puede dañar notablemente o si ve que puede ser condenada, y esto último podría ser el detonante para un fiel electorado socialista.

Feijóo ha ganado, no hay dudas, pero no lo suficiente. No le interesa pedir elecciones anticipadas. ¿Y al conjunto de los españoles? Pienso que las vemos convenientes, pero el panorama es el que hemos visto este domingo, aunque no deben trasladarse plenamente unas europeas a unas generales: el PSOE se mantiene a costa del bajón de Sumar y Podemos.

Sánchez tiene en sus manos más armas de las que se suponen: seguir evaporando a Sumar y Podemos, seguir hablando de “fango” y de ultraderecha, o anticipar elecciones.