Asustar a los periodistas

Pedro Sánchez pretende asustarnos a los periodistas. Es el mayor síntoma de espíritu totalitario y de debilidad por su parte. Intentar atemorizar a una profesión tan castigada y curtida es tarea vana.

Además, si un Gobierno está deslegitimado para pedir transparencia, es el actual: ruedas de prensa sin preguntas, o admitiendo preguntas solo a algunos de algunos medios.

Las 31 medidas que ha anunciado en su Plan de Acción por la Democracia, que incluye reformar el Código Penal, las leyes orgánicas del honor y de rectificación, transparencia en la propiedad de los medios así como publicidad institucional, son la venganza por los ataques a Begoña Gómez, su esposa, y la falta de transparencia que caracteriza a este Gobierno.

Entre los colegas, varían las opiniones ante este plan de Sánchez. Se rechaza, por supuesto, porque es recortar la libertad de expresión, con apariencia de querer modernizar la legislación, y se habla de “Gobierno abierto”, como en un ramalazo de autocrítica. 

Hablando con un colega, poco antes de conocer este plan contra la libertad, sobre la situación de nuestro trabajo, me decía que veía negro el futuro de esta profesión. Lo decía quien había sido director de un periódico, y luego subdirector. Irónicamente, le comenté que es difícil que el futuro sea más negro que el presente, porque los nubarrones han sido y son constantes.

No hay temor entre los periodistas. Estos años han sido muy duros, siendo el sector con más paro, proporcionalmente, por encima del de la construcción. A la crisis económica se sumó la revolución digital, y en estos años se han cerrado televisiones y periódicos, ediciones autonómicas de los grandes diarios, y los salarios se han congelado a un nivel de subsistencia.

Muchos periodistas que empiezan o con poca experiencia cobran lo mismo que un empleado en un supermercado, que tiene menos exigencia de horario que un periodista, aparte de la presión informativa, que no es pequeña. Muchos se han reconvertido profesionalmente, han derivado a gabinetes de prensa o de comunicación – mucho más cómodos y mucho mejor remunerados – o respiran todavía con zozobra en su trabajo.

¿Reacción ante este plan de Sánchez? Notable indiferencia, nulo miedo, y tal vez reavivada la esencia de los periodistas supervivientes, porque casi se puede hablar de los “supervivientes”, con auténtica vocación profesional,  periodistas que ahora tienen más de 40 años y ya están muy curtidos.

Que no olvide Sánchez que la desinformación es difundir bulos, pero también ocultar hechos ciertos, verdaderos. Ha jugado a asustar, y ha avivado con ello el afán de informar sobre cuestiones turbias, indagando, llegando al fondo, como siempre y un poco más a partir de ahora.

 

Sánchez está provocando. Muchas medidas que ha anunciado tienen complejidad e indefinición: a ver en qué quedan. Lo que ya ha logrado es provocarnos.

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