Sobre la mierda de Juan Luis Cebrián y el Grupo Prisa

Juan Luis Cebrián es fundador y ex director del diario El País, actualmente consejero editorial del Grupo Prisa. Académico de la lengua, es, además, el más listo de la clase periodística mundial y va por esos mundos de Dios sentando cátedra sobre los buenos y los malos reporteros.   Hace un par de semanas, se plantó en Ciudad de México para asistir a la 62ª asamblea general de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Allí, Cebrián abogó por un cambio en el análisis de los medios. Los diarios, dijo, no desaparecerán mientras logren “mantener sus capacidades de incitar a la reflexión y el diálogo colectivos”. Ahí está el reto.   Por eso, la dirección de El País decidió cargarse hace unas semanas la sección de Investigación y Análisis puesta en marcha en febrero de 2005 por el entonces director, Jesús Ceberio. Y José María Irujo, Joaquín Prieto, José Luis Barbería y Juan Jesús Aznárez, que formaban la sección, coordinados por el subdirector Antonio Caño, han debido buscar acomodo en otros departamentos del periódico. Toma análisis e investigación.   Pero es que, este jueves, Cebrián nos deleitó a los españoles con un pedazo de tribuna en el diario independiente de la mañana que no tiene desperdicio. “Sobre la mierda (de toro)” reflexionó Cebrián en su artículo, aludiendo a un término inglés –“bullshit”: mierda de toro, textualmente- que algunos estudiosos están utilizando ahora para designar la palabrería, la maledicencia y la charlatanería de la prensa.   Según el insigne académico de la lengua y analista, la boñiga intelectual que produce la cadena de los obispos con el 11-M no es tolerable. Seguir las consignas del principal partido de la oposición es inconcebible. Tampoco se puede manipular a la opinión pública, ni diseminar basura como lo hace el periódico de Rizzoli en España, pontifica Cebrián. Son desalmados unos y tontos los otros; impresentables que viven al amparo de la libertad de prensa.   Pero, atención, atención. El consejero delegado de Prisa va un pelín más al fondo, en un párrafo memorable, en el que arremete contra “relevantes sectores del Gobierno, que durante años se han esmerado en dar tribuna en los medios públicos a estos voceadores de la inmundicia, contribuyendo a aumentar su popularidad y a engrosar su bolsillo”. “Los ciudadanos de a pie no acaban de entender que, en nombre de un pluralismo ‘sui generis’, y amparándose en la tesis de un supuesto equilibrio entre las diversas tendencias de opinión, las autoridades políticas y los dignatarios religiosos contribuyan a prestigiar a semejantes personajes”.   Vamos, Cebrián, que te quedas perplejo cada miércoles cuando ves a aparecer a Pedro J. Ramírez o a Ignacio Villa en “59 segundos”, el debate de TVE que produce Globomedia, la productora creada por José Miguel Contreras, el íntimo compañero de baloncesto de José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa. Perplejo y descompuesto, porque eso es darle aliento a la mierda (de toro).   Muy mal, señores situados en relevantes sectores del Gobierno. Muy mal, señores socialistas en el poder. Ustedes no saben hacer las cosas. Mejor sería descerrajarles el tiro del sectario apartamiento de la vida pública a estos chicos, y abandonarles en el Paracuellos descampado del ninguneo social y cultural. Si es que este Zapatero del talante no se entera, Cebrián, no ha captado aún cómo hacemos las cosas los liberales de izquierda. Cuánta ingenuidad presidencial, Dios mío.   Sólo hay que ver la razón que tiene Cebrián, al analizar lo que hace su empresa. Eso no es inmundicia (de toro), eso es pulcritud. Como la de ese gran profesional de la comunicación llamado Iñaki Gabilondo, “ciudadano concernido”, apolítico y que nunca ha sido de ningún partido político, según su propia definición, que trabajó durante tantos años en la Cadena SER, aquella que informó sobre terroristas suicidas en los trenes del 11-M y que se vio obligada a borrar de su audioteca las narraciones de los días 11 al 14 de marzo de 2004.   Sólo hay que ver lo que hace Cuatro, la televisión del grupo, con una Eva Hache que insulta hasta altas horas de la madrugada a El Mundo, La Razón y todo lo que se cruce en el camino. Sólo hay que escuchar a ese Carlos Carnicero, todo ponderación y cordura. Sólo hay que ojear esos libros de texto de la editorial Santillana, que nos recitan una historia de la Guerra Civil, por ejemplo, muy mesurada, sin excrementos arribistas. Nada de eso es estiércol propagandístico, eso es ecuanimidad y ponderación.   Hace unos días, durante un coloquio del encuentro de México, se preguntó en voz alta Juan Luis Cebrián: “¿Qué tienen que hacer los periodistas?”. “Hacer periodismo”, respondió nuestro prohombre, aunque molesten a políticos, a sus jefes y empresarios. “Hay que contar la verdad y lo que interesa a los lectores”.   Lo que no les explicó Cebrián a los mexicanos fue la letra pequeña de esta declaración: sólo es bueno el periodismo unidireccional, sólo es verdad lo que complace a la izquierda, sólo interesa dar oxígeno a los periodistas carniceros. El resto, pura mierda (de toro).   Que tome nota también Zapatero. Por si acaso. El pope del periodismo mundial ha hablado. Amén.

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