SER o no SER

La Cadena SER anunció este viernes una sonada revolución en su plantel de presentadores. Se trata de una renovación que se viene fraguando desde finales de 2010 y que intenta frenar una sangría que viene de lejos.

En Prisa Radio nadie se lleva a engaño. La emisora es líder de audiencia a nivel nacional porque es la radio con más postes del país. Ni más ni menos. Esa mayor cobertura es imposible de contrarrestar por la competencia: es un problema sin solución para los rivales.

Su liderazgo se explica, además, por otra cuestión relevante: la ventaja que tiene la SER en relación al espectro ideológico que cubre en exclusiva. La emisora de Prisa no compite contra nadie cuando se dirige al centro izquierda político español y la izquierda. Sin embargo, el resto de emisoras (COPE, Onda Cero, Punto Radio y esRadio) se reparten el ámbito del centro derecha y la derecha.

De ahí la preocupación de los máximos directivos de la cadena y la determinación demostrada a la hora de emprender estos cambios, que buscan un cambio en los contenidos que ayuden a consolidar una hegemonía que puede resultar engañosa.

Con todo, a pesar de los fuegos artificiales de este viernes, todo empezó en la emisoras regionales. Hace año y medio se decidió realizar un ajuste profundo que afectó a importantes directivos de la SER radicados en ciudades españolas pequeñas y medianas.

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No hubo piedad. No importó incluso que, en algunos casos, esos profesionales presentaran un balance positivo en las cuentas y unos aceptables datos de audiencia. Fueron desalojados bajo la consigna de “hay que dotar de aires nuevos a la empresa”.

Ese movimiento provocó un profundo malestar. Eso y los dos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) que han servido para poner de patitas en la calle a históricos profesionales de la casa. Y lo que está por venir.

La Cadena SER se juega estos meses, efectivamente, su ser o no ser.

A favor de los directivos que pilotan este cambio hay que decir que no se les podrá acusar de verlas venir, de falta de determinación. Sin embargo, internamente comienzan a alzarse voces que reclaman una mayor ecuanimidad.

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