Por supuesto, no pienso pagar mis impuestos

Que nadie se alarme: este artículo no es un alegato a favor de la insumisión fiscal. Aunque observando a nuestra clase política (últimamente me ha dado por afearles su conducta) ganas le dan a uno de echarse al monte con el trabuco, a vivir sin tener que soportar corruptos ni mamandurrias.

He titulado la pieza “no quiero pagar mis impuestos” porque es lo que me ha venido a la cabeza al escuchar las declaraciones de Duran i Lleida desde Chile, tras conocerse el acuerdo alcanzado entre Unió (su partido) y la Fiscalía para eludir la cárcel, que obliga a UDC a devolver los 300.000 euros desviados de subvenciones públicas por la trama del ‘caso Pallerols’:

-- “Por supuesto, no pienso dimitir. En su día el partido asumió responsabilidades políticas, expulsamos a quienes hoy están condenados o se dieron de baja voluntariamente y, por otra parte, abrimos una comisión investigadora, cosa que nadie ha hecho, con personas ajenas al partido”.

Me caía bastante bien el señor Duran i Lleida. Me parecía un hombre razonable, sensato, ecuánime y respetable. Ya me pareció una torpeza su aparición en la última Diada y bien que ha lamentado él mismo en privado aquella encerrona en la que –dice- se vio obligado a participar.

Pero esta salida no tiene un pase. El líder de Unió se comprometió en su día a dimitir si se demostraba cualquier atisbo de fraude en el caso Pallerols, a actuar en consecuencia. Porque –afirmó- no había tal: se trataba de una persecución política que pretendía eliminarlo políticamente del mapa.

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Pues no. No era una persecución política, ni una campaña de desprestigio. Unió acaba de admitir que se financió ilegalmente, desviando al partido fondos de la Unión Europea dirigidos a la lucha contra el paro. Manda narices.

Ahora, Duran i Lleida cambia patéticamente el discurso: es que no lo sabía, yo también he sido víctima, me engañaron, ya se tomaron medidas.

No, mire usted. Decir “por supuesto, no pienso dimitir” en un caso tan flagrante es como invitar a los españoles a actuar en consecuencia: ¿Ah, sí? ¿Usted no se tiene a unas normas profesionales ni éticas? ¿Y por qué voy a hacerlo yo? ¿Este es el ejemplo que nos brinda usted después de los años que ha estado ejerciendo como representante del pueblo gracias al sueldo que le hemos pagado los ciudadanos?

Perfecto. Yo actuaré de la misma manera: por supuesto, a partir de ahora no respetaré la propiedad ajena; por supuesto, no respetaré más los semáforos en rojo; por supuesto, no pienso pagar mis impuestos. Y que venga Duran i Lleida a censurar mi conducta.

Insisto: esta clase política camina hacia el abismo. Actitudes como esta alimentan un divorcio con la ciudadanía e infectan una herida que va a ser muy difícil de sanar. Ellos sabrán lo que hacen.

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