Sánchez salva a Zapatero

En aquel momento, Zapatero era un apestado, al que los políticos de la oposición menospreciaban y los de su partido trataban de evitarle en cualquier foro. En la campaña electoral que perdió Rubalcaba, no le dejaron enseñar la oreja en los mítines y nadie acudía a su opinión para tratar de reforzar las posiciones socialistas. Rajoy le llegó a calificar en público de “bobo solemne”. Parecía que, a todos los efectos, el alucinado presidente socialista terminaría sus días siempre sonriente –eso, sí- en el Consejo de Estado, aburrido y olvidado.

El pasado domingo, en el anticipado jubileo de Susana Díaz, proclamada tercera candidata a la Secretaría del Partido Socialista, Zapatero, exhibiendo su habitual simpleza, con su rostro reconfortado, se sentaba en primera línea, con los grandes del socialismo español, -Felipe González, Alfonso Guerra y el propio Rubalcaba-, para avalar la proposición electoral de la candidata sevillana a la Secretaría General del PSOE.

¿Qué ha pasado? Pues que a todo hay quien gane. La reciente historia del también candidato Sánchez y el peligro evidente que representa para el socialismo y para España su anunciada proposición política, ahora reducida a “sí es sí”, o lo que es lo mismo, pactar con el demonio para evitar al PP, ha hecho el milagro. A pesar de sus veleidades venezolanas, de su inconsistencia y de su reciente pasado, Zapatero es un valor a tener en cuenta, hay que contar con él. Sánchez es un peligro y, curiosamente, Zapatero puede ser, incluso, un antídoto.

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