Contrastes del gobierno demócrata de California

Bandera de Estados Unidos (EEUU).

         Noticias recientes de California invitan a la reflexión sobre el futuro de Estados Unidos, porque es quizá la región con más capacidad innovadora y, a la vez, con serios problemas sociales. Desde luego, si no formase parte de la Unión, sería una de las primeras potencias del mundo.

         Después de Ronald Reagan, gobernador republicano de 1967 a 1975, California ha conocido una alternancia de los dos grandes partidos norteamericanos, hasta el mandato de otro conocido actor, Arnold Schwarzenegger (republicano) que finalizó en 2011. Desde entonces el poder está en manos demócratas.

         A pesar de su riqueza, California tiene una de las mayores tasas de desigualdad económica en los Estados Unidos. Algunas diferencias, que agravan ese problema común de occidente que es la crisis de la vivienda, derivan también del propio progreso y de la atracción que supone, por ejemplo, el mítico Silicon Valley: el déficit de la oferta en alojamientos eleva los precios en proporción mucho más alta que los salarios.

         El precio de la vivienda no es la única causa del incremento de personas sin techo. Como en todas partes, influyen razones existenciales y vitales, de las que no son la menor el consumo de estupefacientes como consecuencia de causas bien conocidas, pero difíciles de atajar desde la política. Los últimos gobiernos más bien las agravan por su tendencia al conformismo y aceptación de las drogas que constituyen la primera etapa de una adicción generalizada.

         El dato tremendo es que en California hay 186.000 homeless, la tercera parte del total en los Estados Unidos. El Tribunal Supremo sentenció en junio que no existe un derecho constitucional a dormir en la calle. Esta decisión ha permitido a las autoridades municipales –mayoritariamente demócratas en el Oeste- sancionar a los sin techo, aunque no existan albergues públicos suficientes que puedan remediar su indigencia. De hecho, el gobernador de California, Gavin Newson, uno de los paladines de la izquierda progresista, ha comenzado a levantar las tiendas instaladas en terrenos estatales, como parques, playas, edificios públicos, estacionamientos, bordillos de carreteras o enlaces de autopistas.

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         Aunque el mayo francés del 68 se haya llevado la fama, la rebeldía universitaria –que acabaría cuajando en una auténtica ruptura cultural y social- nació en Berkeley. La exaltación de la libertad sin trabas se proyectó también en la búsqueda del placer sin límites. Mi memoria de hace más de cincuenta años asocia con California palabras como UCLA, LSD o hippies.

         Y se anuncia, para 2025, la autorización de coffee shops..., curiosamente cuando los pioneros de Ámsterdam dan marcha atrás, aterrados por las consecuencias de la liberalización del consumo. California había legalizado el uso recreativo de marihuana en 2016, pero las tiendas que lo vendían no podían ofrecer a los clientes comidas o bebidas. Se abre ahora esa posibilidad, porque los adictos no compran en tiendas legales, sino en el mercado negro... Según los promotores de la reforma, en 2020 las ventas ilegales eran el doble de las legales: la friolera de 8.000 millones de dólares. Porque no pagan impuestos... Pero en esos establecimientos seguirá estando prohibido fumar por razones de salud pública, y los empleados estarán autorizados a llevar mascarillas y tendrán derecho a ser informados de los riesgos derivados de la inhalación pasiva del cannabis...

         Una economía floreciente debería aportar suficientes recursos para la prestación de servicios esenciales, sin influir negativamente en la innovación empresarial. Pero paradójicamente la situación ha empeorado en las dos últimas décadas. Y no parece suficiente excusa la razón aducida por los demócratas de que la economía depende demasiado de sectores como la tecnología, la agricultura y el ocio, más vulnerables a las fluctuaciones.

         California había superado históricamente la amenaza de la sequía y la desertización gracias a su ejemplaridad en el uso de las aguas subterráneas, hasta alcanzar una armonía entre agricultura, industria y consumo doméstico. Pero no ha sabido resolver los problemas derivados de la aceleración del cambio climático, como muestra la frecuencia e intensidad de los incendios forestales.

         En fin, las grandes plataformas mandan, también con Gavin Newson, que ha vetado el proyecto de ley que trataba de implantar cortafuegos más estrictos a los modelos actuales de inteligencia artificial, y hacía a las empresas responsables de los posibles daños causados por la aplicación de esos modelos.

         Estas incoherencias están influyendo en la actual campaña electoral. Al parecer, frenan el fuerte arranque de Kamala Harris. Y aumentan la incertidumbre sobre quién será el mal menor para el conjunto de los Estados Unidos.