En Francia el voto del miedo vence a la abstención

La diputada de la Asamblea Nacional de Francia y candidata a la Presidencia de la República, Marine Le Pen, durante el acto ‘Viva 24’ de VOX, en el Palacio de Vistalegre, a 19 de mayo de 2024, en Madrid.

Me molestan las campañas políticas que apelan a la democracia, para no reconocer la crisis actual de liderazgo que sufre el mundo occidental. El avance de los populismos agravará probablemente los problemas de una sociedad cada vez más compleja, que debería ser reacia a estereotipos y simplismos. Por eso detesto planteamientos que a mi juicio, aunque no soy especialista en comunicación política, benefician a quienes presentan como enemigos de la democracia.

Así lo confirmarían los resultados de las elecciones francesas. He seguido la campaña, desde la sorprendente disolución de la Asamblea tras las europeas, a través de las páginas de Le Monde: ha informado día a día a fondo, sin ocultar su firme apuesta por evitar el triunfo del partido de Marine Le Pen (RP: reagrupación nacional). La abundancia y calidad de la información permite formar un criterio propio, con independencia de la posición editorial del diario; la dejó muy clara su director, Jérôme Fenoglio, tres días antes de la primera vuelta. La idea central, en el título: “preservar nuestra democracia”.

No recuerdo una toma de postura tan directa desde el apoyo al “programa común” de los setenta, que llevó al Elíseo a François Mitterrand. Curiosamente, provocó una seria caída de lectores, que le costó años recuperar a ese gran diario de París. Ahora no se ha decantado a favor del nuevo frente popular –NFP, un conglomerado de izquierda y ecologistas sin candidato para primer ministro-, ni de las posturas centristas que Macron intentaba recomponer a la desesperada. Pero, ante la perspectiva de una victoria del antiguo frente nacional, expresó su rechazo en términos apocalípticos: había que movilizarse y poner un dique, porque darle una parcela de poder supondría correr el riesgo de deshacer poco a poco todo lo que se ha construido y conquistado a lo largo de más de dos siglos y medio.

Tuve la sensación, al leer ese editorial, de que era contraproducente. Es pronto para proyectar los resultados de este domingo en número de diputados el 7 de julio. RN habría conseguido aproximadamente casi el 34% de los votos, dos puntos más que en las europeas, por delante de NFP (28%: inferior a la suma de cada partido en las europeas: 31%) y el campo presidencial (20%, más de cinco arriba). El partido de Le Pen cuenta con 39 diputados, que han conseguido más del 50% en su circunscripción y del 25% de los inscritos. No llega a los 110 de las derechas en 2007, tras la elección de Sarkozy como presidente. Le sigue de cerca NFP con 31, hasta un total de 76. Y se prevén 191 duelos y poco más de 300 triangulares y unas cuantas cuadrangulares en la segunda ronda.

Ciertamente, los extremismos son un peligro para la democracia. Pero no se puede parangonar con otros riesgos graves, como las guerras y tensiones geopolíticas, la destrucción de la naturaleza, o las convulsiones económicas y sociales. Era grave que Eric Ciotti pactase con Le Pen. Pero no lo era menos que la socialdemocracia se asociase con un partido radical y antisistema como LFI, agravado por la creciente impopularidad de su líder. El miedo a la extrema derecha no ha sido suficiente para evitar su triunfo provisional, aunque probablemente le impedirá conseguir mayoría absoluta en la Asamblea: está todo muy justo.

Vídeo del día

Macron pide un "frente republicano" con la
izquierda tras la victoria de la ultraderecha

 

En esta consulta la abstención deja de ser el primer partido. No es fácil interpretar el decisivo aumento de la participación, que supera el 66%. La mayoría de los ciudadanos parece creer en el sistema, y por eso acude a las urnas. Tras las críticas inmisericordes a Jordan Bardella, candidato del partido de Le Pen, parece quizá mantenerse el deseo de acabar con la prepotencia y arrogancia de la actual política.

En cualquier caso, como era previsible, las urnas han castigado duramente al presidente Macron, incapaz de recuperar en pocas semanas el espacio público arruinado a lo largo de dos años sin mayoría parlamentaria, con abuso del equivalente al decreto-ley en temas decisivos como la emigración o las pensiones. Se ha cumplido el cruel vaticinio de Fenoglio: su narcisismo ha provocado un rechazo mayor que el que le había colocado en el poder y ha derrumbado todo el bloque central de su mayoría.

Ante el balotaje del próximo domingo, veremos si se consigue mantener la participación, para evitar la ventaja de RN en la segunda vuelta; así como la renuncia, en caso de triangulares, a favor del mejor colocado para superar a la extrema derecha. Así lo pide claramente Mélenchon, pero Macron excluye a la Francia insumisa. Los “republicanos” (derechas no unidas a Le Pen) dan libertad a su 10% de votantes. Lejos de la unidad del “frente republicano” de consultas anteriores.

Comprendo la humillación que supondría para Francia una cohabitación. Macron necesitaría paciencia y habilidad para transitar sin especiales sobresaltos sus tres últimos años como presidente de la República. Desde luego, tendrá que reconsiderar su política para conseguir apoyo en una Asamblea tan dividida. Y pensando en España, ojalá aprendamos de la experiencia ajena y no dilapidemos los principios de cultura democrática asentados por la Transición tras largos años de dictadura.