La sociedad civil ante las claves del futuro de Europa

Por su proximidad, tiene especial interés la reacción de la sociedad de Francia y de Italia ante guiños o proyectos políticos que rompen con tradiciones multiseculares.

Los promotores de reformas in peius suelen colgar sambenitos y estereotipos a quienes se oponen a sus planes. Pero las reacciones cívicas están más allá de partidos y simplificaciones. El descrédito de los profesionales de la política se refleja en las cuotas crecientes de abstención, pero también en el avance de este tipo de iniciativas suprapartidistas.

Pienso en la oposición francesa contra la maternidad subrogada (los vientres de alquiler en lenguaje coloquial). No es tema sólo de la "Manif pour tous”, que lideró la protesta contra el reconocimiento como matrimonio de las uniones gay; el presidente Hollande se empeñó en reformar el código civil de Napoleón y no lo pudieron impedir pero, al menos, pararon otros proyectos poco favorables a la normalidad familiar.

Circula en la prensa francesa un auténtico manifiesto contra la inscripción en el registro civil de actas de nacimiento de niños nacidos de madres de alquiler en el extranjero. Es asunto pendiente en el Tribunal de Casación, agravado además por una sentencia contra Francia del errático Tribunal europeo de derechos humanos (por cierto, David Cameron amenaza con una reforma jurídica británica que negaría a sus ciudadanos legitimación para acudir a la Corte de Estrasburgo).

Entre los promotores de una convención internacional que prohíba la maternidad subrogada, están figuras relevantes de la cultura y la vida pública gala, comenzando por la filósofa Silvyane Agacinski (aunque tiene suficiente personalidad propia, quizá sitúe al lector español conocer que está casada con Lionel Jospin). Firmó en Le Monde del 17 de junio un artículo titulado “No a las madres fantasmas” con Eliette Abecassis (escritora y cineasta sefardí de origen marroquí), José Bové (activista agrario, hoy eurodiputado con los Verdes), Michel Onfray (filósofo conocido por su militancia antiteísta), Marie-Anne Frison-Roche (jurista, profesora del Instituto de estudios políticos).

Vídeo del día

Al menos 16 muertos en el incendio de
un centro comercial en China

 

La razón es plenamente civil: evitar la comercialización del cuerpo humano. En este caso, contra quienes amparar en el supremo interés del menor un fraude de ley: reemplazar la identidad de la madre que dio a luz al hijo es un delito penado en el Código penal francés.

Sylviane Agacinski denunció también ante las cámaras de RTL, ese “gran mercado procreativo mundial”, que afecta sobre todo a países pobres, o a mujeres en situaciones límite en países ricos, como California. Legalizarlo significaría renunciar al principio fundamental de la no explotación del cuerpo humano; por tanto, Francia “renunciaría a ser la patria de los derechos humanos” (La Croix, 20 de junio).

En Italia sorprendió la imponente participación en el family pride del 20 de junio, en la plaza de San Juan de Letrán –sede histórica de las magnas concentraciones sindicales del 1º de mayo , a pesar del aguacero que cayó sobre Roma. Entre otras cuestiones, se protestaba contra la equiparación de las uniones homosexuales con el matrimonio y la introducción de la ideología de género en las escuelas. Era una iniciativa laica –en el sentido italiano del término: no confesional católica; de hecho, no contó con el apoyo formal de la conferencia de obispos , como escribió Marco Tosatti en La Stampa del 5 de junio: viene de la base, de la sociedad civil, de los padres, al advertir que la familia y los niños, los más débiles e indefensos, están en peligro. Las asociaciones que propugnan esa acción rechazan la intimidación de las acusaciones de homofobia, tan violentas en otros países, como Gran Bretaña, en que algunos han llegado a hablar de una “gaystapo”.

Entre los promotores destaca Marco Adinolfi, periodista y diputado por el Partido Democrático (antiguo PCI, grupo del primer ministro Matteo Renzi, que promueve las reformas jurídicas y educativas). En el ámbito religioso, como sucede en Francia, se produce la coincidencia entre católicos, ortodoxos, musulmanes y judíos (aunque estos no acudieran físicamente a la manifestación, para respetar el Sábado). Y muchos expertos actúan desde hace diez años a través de la asociación Scienza & Vita, que introdujo en su momento la idea de la “objeción de ciencia”, antes de la “objeción de conciencia”.

Ciertamente, el incremento de iniciativas desde la sociedad civil es un motivo de esperanza para el incierto futuro de Europa.