Una hazaña socrática moderna

Hoja de papel con escritos.

En el contexto sociocultural actual, tanto los jóvenes como los más mayores nos estamos contagiando del pensamiento único que impera en los distintos ámbitos institucionales, educativos y sociales, desde los que lo quieren imponer. 

Sin embargo, desde hace unos pocos años, varios jóvenes profesionales crearon la asociación It’s Times to Think, con sede en Madrid, y empezaron a impulsar el desarrollo de los Thinkglaos. Estos eventos promueven el pensamiento libre y, sin lugar a dudas, tratan de enfrentar el pensamiento único.

El lector se preguntará: ¿Qué es It’s times to think? Respuesta: es un movimiento cultural que busca transformar la sociedad a través de la creación de espacios libres de pensamiento. Pretende ayudar a salir del ruido, huir de los algoritmos de las redes sociales, escuchar al distinto y buscar la verdad (...). Estas ideas se desarrollan a través de los llamados thinkglaos,  como este movimiento denomina a los eventos que organizan para lograr sus objetivos. Los jóvenes que asisten a los thinkglaos lo hacen para: mirar a su alrededor, buscar el porqué de las cosas, sentirse fuertes, encontrar referentes y personas inquietas como ellos, (...). En cada thinkglao, un experto en alguna de las áreas del conocimiento o profesional de prestigio expone brevemente un tema, que posteriormente debate con los asistentes para hacerles pensar. 

 A este artículo de opinión lo he querido llamar  “Una hazaña socrática moderna”, porque creo que le va como anillo al dedo a la iniciativa de It’s Times to Think.  Sus promotores son jóvenes profesionales, a los que admiro, por el esfuerzo y entusiasmo con el que organizan y hacen posible el desarrollo de los thinkglaos en Madrid y en las más de 30 ciudades de España, Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Argentina, México, Costa Rica y Uruguay.

En los thinkglaos hay un ponente, un pensador, que ayuda a pensar a los asistentes, que enfatiza la necesidad de pensar para conseguir una personalidad madura, equilibrada y feliz. La forma en la que los ponentes de los thinkglaos se dirigen a los asistentes, y en los coloquios posteriores, recuerda la de los grandes pensadores de la Grecia clásica, entre los que se encontraba Socrátes llamado “la avispa”, porque no paraba de  “pinchar a las personas”.  

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Sócrates siempre tuvo especial interés por enseñar a pensar como es debido, o al menos, a cuestionarse las cosas, (...). Él pensaba que para alcanzar el conocimiento hay que saber preguntar, es decir, la pregunta es el primer paso para el discernimiento. Además, este gran pensador estaba convencido de que el conocimiento es accesible para la gran mayoría de personas y que cualquiera puede acercarse a la verdad si la busca. 

Lo sorprendente de este movimiento moderno es que recoge muchas de las ideas de los antiguos pensadores griegos, como Platón y Aristóteles, el primero decía: “Hay que compartir el conocimiento, crucial para el avance de la sociedad” y el segundo, apuntaba: “El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona”. También, Platón consideraba que “el sabio es consciente de que la clave está en las preguntas”.

La analogía entre los pensadores actuales de los thinkglaos y los pensadores griegos está en la existencia de un marcado paralelismo entre la problemática actual y la de del mundo greco-romano. Por eso, la técnica que se utiliza en los thinkglaos es similar para dar a luz a la verdad podría enmarcarse en la la técnica de la mayéutica de los  grandes pensadores griegos.     

Pensar es distinto que razonar, pensar exige razonar y tener en cuenta los sentimientos. Pensamos cuando desarrollamos el pensamiento crítico, que sea capaz de separar el grano de la paja, lo que se consigue por medio de  la duda. Por esto, hay que aprender a dudar, saber cuándo dudar y con qué dudas podemos convivir , y ser felices. Además, como apunta Victoria Camps en su libro Elogio de la duda, la duda genera conocimiento puesto que dudar exige reflexionar, pararse, huir de la inmediatez,  (...). Dudar exige reconocer que somos imperfectos, postura contraria a la del relativismo en la que cada uno piensa que su verdad es la verdad. Pensar bien, exige dudar bien, sin caer en un escepticismo estéril. El ejercicio de la duda ayudaría a tener una sociedad más sana mentalmente. 

Los jóvenes de este siglo deberían apostar por conseguir ese “yo sólido” frente al “mundo líquido” que postuló el sociólogo Zygmunt Bauman. Quizás, recordar lo que decía Ortega y Gasset, gran pensador del siglo XX, “Yo soy yo y mi circunstancia” nos puede ayudar a pensar porqué, en pleno siglo XXI, se le está dando más importancia a la circunstancia virtual que a la real. Lo virtual, sino tenemos un pensamiento crítico desarrollado, puede ser “un destructor enemigo” para la formación del propio yo. Ante esta realidad, cabe pensar que el ser humano se está olvidando de aprender a enriquecerse con las distintas perspectivas de los demás, para conseguir una idea más autentica de la realidad. También, se puede afirmar que la verdadera felicidad se aprende y que, en parte, la  belleza que oculta la felicidad es el pensamiento crítico.  

Animo a que nuestros jóvenes, a los que aprecio, se acostumbren a pensar y descubrir lo que les hace mejores, y lo que mejora su entorno familiar y social.  Esto les ayudará a tener una postura crítica frente a las distintas ideologías, a la re-escritura de la historia o a las manipulaciones socio-políticas que constantemente pretenden reeducarnos y limitan nuestras libertades.

Hoy en día, la mejor arma para combatir la manipulación del lenguaje, que falsea la realidad, es mantener activado el interruptor del pensamiento crítico. Esta arma de destrucción masiva, del pensamiento crítico libre,  siempre ha sido una gran amenaza para los gobernantes. 

Por otra parte, mencionar que ya existen centros educativos, como es la Universidad de Austin en Texas o la Peterson Academy del Profesor Jordan Peterson de Toronto, en los que uno de sus objetivos es enseñar a pensar a sus estudiantes, How to think, not what to think, para que no se dejen arrastrar por el pensamiento único. En ambos casos se pretende escapar de la influencia de la cultura woke y de la postverdad, ya que ambas se oponen a la búsqueda de la verdad, y fomentar el pensamiento crítico.